De aquí algunas interrogantes, ¿no agradó?, ¿no logré
motivar?, ¿fue sencillamente un compromiso de asistir virtualmente y como
suelen hacer los estudiantes, apagar la cámara y solo activar el micrófono?,
¿temor escénico, ante una opinión en el seno de los participantes?
El desarrollo de clases bajo la modalidad virtual, conocido
como Webinar, que se generaliza en diversos subsistemas de educación (enseñanza
primaria, media, bachillerato, superior,
técnica), prácticamente resulta nueva, a partir de la suspensión de clases
presenciales (2020 - ) prácticamente en todo el globo terráqueo, donde el retorno
del docente y estudiantes en un aula de clase físicamente, oscila, ante nuevas
olas o bien garantizando las medidas básicas de higienización (distanciamiento,
lavado de manos, mascarillas y otras)
Modalidad que ha permeado a padres de familia, tutores, que
en muchos casos genera desconocimiento por el uso de la tecnología (ante la
diferencia entre generaciones), o la realidad de no poder apoyar a los
estudiantes cuando están recibiendo las clases sea en el horario regular o en
el momento que el estudiante disponga al estar “colgadas” las mismas en la “nube”
Y, ¿cómo lograr que opinen, que participen? Cualquiera sea
la modalidad empleada, sería un elemento básico conocer a quien “tengo delante”
(sentado en una silla presencial o virtual), por lo de aquí la necesidad de
conocer el perfil de los mismos.
Colegio o instituto de procedencia, centro privado o
estatal, la aplicación - previa - de un diagnóstico que permita conocer al
docente, las fortalezas y debilidades del estudiante; en el caso de niveles
superiores, entiéndase universidad (maestrías, posgrados, especializaciones), se
requiere, como parte del perfil, empresa para que la cual trabaja, responsabilidad,
país de procedencia, entre otros.
Logrado lo anterior, podrá permitir a quién imparte la clase,
“navegar” en un contexto un tanto más familiar versus lo desconocido, no dando “palos
a ciega” de con quien se comunica.
Una comunicación fluida – entre ambos actores - permitirá al
docente valorar un cierto nivel de comprensión “en vivo”, de como se va
desarrollando el proceso de enseñanza – aprendizaje; que, de no lograrlo, la
retroalimentación será nula y por ende con un cierto matiz de frustración para
el que la imparte.
¿Qué hacer si nos encontramos ante un 0 - 10 % de
participación? Habrá que reflexionar, que nos faltó. ¿Intercalar las preguntas
a los participantes y no al final de la exposición?, que en el caso del chat,
que puede generarse en la medida que se va desarrollando la exposición, los estudiantes
opinen y el docente controle para responder dichas opiniones, en el momento
oportuno.
Por qué no, estimular al estudiante o bien – conocido el
perfil de los mismos -, realizar preguntas directas, que conlleven a la
discusión sobre la opinión de otro de los participantes; el empleo de preguntas
que sirvan de “detonantes” y que por su naturaleza “reten” a su público.
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