lunes, 23 de diciembre de 2024

Conversaciones perrunas.


Posiblemente el tiempo que no tuviste antes por diversas razones desde joven hasta adulto, para conocer el mundo que nos rodea: ocupaciones como estudiante, posteriormente como profesional, vinculado a la familia, la atención misma que requiere, así como a todos sus integrantes, lo nos conlleva a la atención de lo que denomino la macro: la generalidad, lo grande, lo amplio, en función del tiempo.

Si me traslado a lo micro: lo muy pequeño, nos conduce a centrar la atención lo que en un momento pudimos haber pasado por alto y no nos dimos cuenta anteriormente a pesar de ser parte de la familia: las mascotas y en particular Chanel y Nina, mis dos acompañantes (cocker), que me ayudan a apreciar el mundo de otra forma, cuando el tiempo que sigue siendo el mismo (no se detiene), lo centro en la conducta de ambas.

Una de 10 años y la otra de 7 años; no son del mismo padre, ni madre biológicos, por tanto, las elevo a la categoría de hijas adoptadas.

Si recurro a la tabla de la edad humanos versus perros (me da pesar llamarles perros), Chanel tendría 56 años y Nina 44, por lo visto dos mujeres hechas y derechas, adquiridas con la edad (ambas) de 45 días, que en los humanos equivaldría a unos 2 años aproximadamente, que en resumen compartimos décadas juntos.

Lo que en un inicio nos limitábamos a alimentarlas, bañarlas, enseñarles “…dame la patica”, “busca la pelota”, “siéntate”, esperar el grandioso recibimiento tras una jornada de trabajo, donde movían todo el “esqueleto”, saltaban, se levantaban en dos patas (me da pesar), para que las acariciara, me caían detrás, es decir toda una fiesta, que te hacia sentir halagado, muy halagado.

Hoy en día tengo más tiempo – y como buen observador, vinculado a mi labor docente e investigativo – me corresponde estudiarlas más: su forma especial de proceder o conducirse, entiéndase hábitos que una vez fueron educadas. Nota: lea nuevamente no adiestradas, sino educadas.

¿Por qué la “química” habrá aumentando entre nosotros tres? Sencillo, y para muestra varios botones: Disciplinadas, esperan pacientemente para desayunar juntos, ¡aunque a veces reclaman “! …papá ya es hora!"; ¿Me acompañan para leer el periódico?, mientras paso las páginas, ellas observan la naturaleza, interrumpido por ¿papá me puedes acariciar, sobándome la espalda?; ¿Qué tal si vemos un poco de televisión?, la cual observan por poco tiempo, que en pocas ocasiones siendo un tanto selectivas (diría), que si en la película o serie hay algún coterráneo perteneciente a la especie Canis lupus familiaris[1], y este (actor o actriz), ladra, ellas casi a la par, le responden con un aullar, donde casi balbucean señalándome que en la pantalla hay una intrusa o bien una posible amiga.

Cuando se aburren de lo tradicional, desean jugar, donde no pareciera ser que tienen el equivalente a 56 y 44 años, tienden a destender los cobertores del sofá, revolcándose con giros constantes hasta detenerse patas arribas en señal de estar relajados, descansando, sintiéndose bien y confiados.

Para colmo – créalo – cuando su mamá llama al timbrar el celular, se acercan en carrera al mismo y balbucean: ¡ … papá, mamá te llama para que la vayas a buscar al trabajo!; por lo visto, no me queda dudas que son chicas inteligentes y que me alegran el día.


¡Chanel, Nina, es hora de dormir, que mañana es navidad, ¿ya hicieron las necesidades?, ¿sí?, ¡Perfecto!, ¡Hasta mañana!; Corren a sus casitas, se enrollan e insofactamente reposan sus rostros sobre sus respectivas almohadas, tratando de contrarrestar la caída de sus pesados párpados, hasta que el sueño les vence.  



[1] Mamífero carnívoro/omnívoro depredador de la familia de los cánidos, es una subespecie del lobo (Canis lupus)

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