lunes, 27 de enero de 2025

Números y comerciales

En otras ocasiones he abordado la importancia de los números, su aplicación la cual le proporciona un sentido tangible a la vida, al propio aprendizaje, pero a la vez ser rechazada por muchos jóvenes con el estudio de las matemáticas que desfavorablemente se sigue enseñando con mucho tradicionalismo…,

El profe: «… la regla de tres simple consta de cuatro términos, dos magnitudes proporcionales entre sí, y una tercera magnitud. A partir de estos, averiguaremos el cuarto término de la proporcionalidad»; y por supuesto el ejemplo: Si necesito 8 litros de pintura para pintar 2 habitaciones, ¿cuántos litros necesito para pintar 5 habitaciones? Y… ¡ya! , finalmente el docente lo resuelve.

El estudiante: «…. Profe, ¡que aburrido!»

No hay mejor aula que el mundo – e inclusive ¿porque no dar una clase a modo de resumen fuera de ella? - que nos rodea, ir a un super mercado o mall, por ejemplo.

El profe: «estudiantes, cuadernos en mano, pasemos a retirar una carretilla, cada equipo estará conformados por tres participantes y seleccionarán en las diferentes áreas de la tienda, 3 productos enlatados o envasados, en cuyas etiquetas contengan números por ejemplo fecha de caducidad, peso de los productos, etc.; pero además describirán la utilidad del producto; nos vemos en 15 minutos»; los estudiantes ni corto ni perezoso, van en la búsqueda de los productos.

En un área alejada del local – previa solicitud a la administración del lugar, para no interrumpir el paso de los transeúntes – nos reunimos y comenzamos el cumplimiento de la tarea asignada; poco a poco fueron exponiendo los diferentes equipos, pero como siempre podría suceder hay un estudiante bromista.

El estudiante: «Profe, de este producto – papel sanitario en mano – ya averigüé cuantos rollos trae el empaque, fecha de caducidad, el peso, pero…me llamó la atención un número y es el siguiente: cada rollo mide de extensión 250 metros, ¿para qué ese dato?

La respuesta – mientras que el resto de los estudiantes, se reían no de forma estruendosa, ante el reto – demoró unos segundos, la cual debía ser seria, pero a la vez de forma jovial.

El profe: «¿a que le atribuyes que pongan la extensión?» El estudiante bromista permaneció en silencio, no lo esperaba; ¿otro estudiante le puede ayudar?

La estudiante: «Profesor, la respuesta es sencilla, mientras más sea la extensión del rollo, ¡más la durabilidad del mismo!, pero además añadió, «y eso ayudará a la competencia entre los fabricantes, más extenso, más ventas y menos gastos para el consumidor»

Lo que parecía que todo quedaría en una broma sin respuesta, lo dicho por la estudiante nos dejó, repito NOS DEJÓ con la boca abierta; pero hay más, el equipo de la joven en cuestión la aplaudieron de forma espontánea, yo me sumé, el resto también.

En lo personal sentí por dentro mucha alegría, ya que había logrado motivar a los jóvenes a PENSAR, pero sobre todo que APLIQUEN los conocimientos y no las reglas de forma dogmática.

Usted estimado docente, si usted (inclusive los padres de familia), nunca dude que nuestros estudiantes no saben, que no lo van a responder, no, NO DUDE; nuestros chicos son excepcionales, ¡LO SON!, El secreto está en que ‘extraigan’ con procedimientos y metodologías, de los mismos eso que tienen guardado, su entendimiento, inteligencia, discernimiento, consciencia, razón, intuición, saber, su erudición, cultura, sabiduría, competencia, ...; y para aquellos que dado los niveles de aprendizaje difieren, deberán ser apoyados por sus propios compañeros, atención individual del docente y… de los propios padres.

lunes, 20 de enero de 2025

Creer o no creer…

El título pareciera ser al de William Shakespeare, en la obra (de teatro) Hamlet, donde expresa: "To be, or not to be” / "Ser o no ser", que se parece, pero no es igual; el termino creer, entiéndase «Tener algo por cierto sin conocerlo de manera directa o sin que esté comprobado o demostrado», nos lleva a muchos planos por ejemplo, el religioso, pero de ampliar el espectro y en particular a las orientaciones y enseñanzas que nos transmiten nuestros padres y docentes, que por supuesto han de resultar esencialmente educativas, formativas, la credibilidad se acercará a la realidad, siendo confirmada en el tiempo.

También creemos en la información que nos brindan los textos escolares, ya en las redes las cosas cambian, donde en muchos casos hay desbalance entre lo verdadero en cuanto a información y las falsas noticias (fake news), teniendo en cuenta el abrumador número de personas que comentan, que opinan, y que distorsionan un tanto el mundo en el que vivimos.

Pero, ¿y en el caso de los horóscopos[1]?, he dado clic en el buscador y me han aparecido n periódicos, n, lo que me conduce a pensar que son muchas las personas que recurren al mismo para ¿confiar?, en como le irá en el día; si bien esta carta astrológica o natal, constituyen un método de predicción, aunque no demostrado que se basa en la posición arbitraria de los astros al momento de nacer, considerándose por algunos una pseudociencia.

¿Y realmente es efectivo lo que nos enuncian? ¿lo que me dicen en el trabajo, con que signos eres afín o no, en la salud, en lo económico y en el amor? La creencia en la efectividad del horóscopo se ve potenciada por un fenómeno psicológico normal, la apofenia, que se caracteriza por la tendencia a encontrar patrones y conexiones entre cosas que no están relacionadas, nos conllevan a un análisis de la situación actual – el entorno – para valorar si atinó o no.

Los supuestos “vaticinios” – con frecuencias anuales, mensuales y diarias -, a la que posiblemente mientras más amplio el período, posiblemente se desvanezca la credibilidad… «… si claro si el horóscopo me dijo que en el segundo semestre mejoraría mi…» o sea hago que pasó, pero si recurrimos a una más estricta, que, es el hoy, como será "mi día", si te sale que en el amor que «… la tensión se disipará y logrará que la atracción facilite un encuentro sinigual», ¿se perfumará ese día más?

Que en trabajo y negocio «el clima laboral será cooperativo y facilitará proyectos» y resultas que eres jubilado, cuando difícilmente encuentres trabajo y pases a cuestionar tal clima, ¿el laboral?, no será ¿el del hogar?, donde la cooperación es poca, los nietos por encima de los muebles, juguetes desordenados…

En negocios, «… momento para ahorrar…» y resulta que con dificultad le alcanzará el dinero para comprar los útiles escolares, el pago de la mensualidad de la escuela; ¿y si está próximo a casarse y la persona seleccionada para "que hasta la muerte nos separe", resulta que no es compatible o afín con los signos zodiacales, ¿renunciará al matrimonio, ¿cuándo ya las invitaciones fueron enviadas, los anillos seleccionados, el alquiler de los trajes, …?

Por lo visto con todas las interrogantes anteriores ante los enunciados "horoscopeños u horoscopenses", podrán poner en duda o reafirmar el vaticinio del correcto ordenamiento de los astros.

No obstante, cuando he leído, «tenga cuidado al manejar, ya que podría sufrir un accidente…», ese día me traslado más despacio… ni modo.



[1] El horóscopo se originó en Babilonia hace aproximadamente 2.500 años. Los babilonios desarrollaron una forma primitiva de astrología, observando los movimientos de los planetas y las estrellas para predecir eventos terrestres; Port su parte los griegos fueron los encargados de sistematizar la técnica del horóscopo tal y como la conocemos hoy.

lunes, 13 de enero de 2025

¿Difícil? ..., pero rescatable.

Lo que sucede en este instante, en unos minutos horas, se convierte sencillamente en pasado, entiéndase tiempo que ya sucedió y que, en una línea cronológica, ha quedado atrás; pero…, estas dos primeras líneas me resultan, cuando le presto atención detenidamente, algo como ¿seco?, ¿tajante?, ¿frio?, por tanto, creo que amerita ser un tanto más explícito, algo así como añadirle una buena sazón (al menos es mi intención, aunque de cocina solo se abrir latas…sin comentarios)

Un breve relato – el cual no amplio mucho, para evitar humedecer estas hojas virtuales – en el cual ponían en la balanza varias emociones: felicidad por el rato consumido (estoy escribiendo en pasado) durante una semana atípica donde el tiempo se hizo corto (aquí entra la relatividad del tiempo, donde dos acontecimientos que parecen simultáneos desde la perspectiva de alguien, no lo sean desde la perspectiva de otra persona, donde ambos están en lo cierto) porque disfruté con mi hija después de casi un par de años de no verlacuyo impacto presencial no es lo mismo jamás que virtual – , coincidiendo con mi onomástico.

Tire la casa por la ventana – casi el equivalente económico a tres meses de jubilación, pero les cuento no importó, es más lo volvería a hacer – fuimos a lo que el tiempo nos permitió, en resumen: el presentarle la cultura de un nuevo país (música, centros turísticos, gastronomía, su gente, etc.), por supuesto siendo el tiempo indetenible, llegó el momento de la despedida: ambos al pie de la escalerilla del bus que la regresaría a nuestro país de origen, mientras que la azafata revisaba la documentación que estuviese en regla muchos eran los sentimientos encontrados: ¿reír, llorar?, donde ambos verbos se mezclaban, sin una línea roja por medio, eso sí era y soy feliz.

Siendo la felicidad un «estado de grata satisfacción espiritual y física», ampliando el espectro – donde si bien está claro que no podemos ser feliz las 24 horas del día, ni todos los días de la semana, pero sí en momentos puntuales – como el relatado -, lo somos cuando sabemos que la salud de nuestros familiares más allegados (incluyo amigos), es la adecuada; cuando hay personas que en su trabajo, tienen un adecuado desempeño (a pesar que no compagine sus títulos académicos) pero que luchan y se esfuerzan por garantizar las necesidades básicas de su familia y que posteriormente logran encausar su verdadero rol como profesional.

Cuando revisas ‘las ramas de tu árbol genealógico’ y aprecias como tanto descendientes y ascendentes han sido personas donde la educación y los valores constituyeron el tronco central y esencial para ser personas de bien, a pesar que no todos tuvieron la opción de sentarse en un pupitre, pero sí nos enseñaron a respetar, a escuchar, ser honestos, solidarios, honrados, diligentes en el actuar, en resumen, vivir sin dañar o perjudicar a los demás.

Ser feliz – siendo rescatable, dada la maravilla de nuestro cerebro y su capacidad mediante la memoria de volver a recordar hechos, ideas, sensaciones, referidos a gratos momentos compartidos, vividos, al ser retenidos y recuperados voluntariamente – cuando trasladamos de un pasado a un presente, cerrando los ojos y soñamos en blanco y negro o a colores, que en el mejor de los casos reforzamos con la ayuda de fotos, film, etc.

Felicidad que puede ser extendida a un futuro, cuando se tienen objetivos realistas, metas y deseos por los que luchar, cuando creemos en nosotros mismos y tenemos la esperanza que las “cosas” estarán bien, sentirse con ánimos, pero sin adelantarnos a los acontecimientos, siendo pragmáticos, resilientes.

Diría que la felicidad, siendo esos pequeños momentos esencialmente vividos (sin excluir ese instante momento donde lo somos), como piezas de un rompe cabezas – donde al comienzo algunas encajan y otras no, pero que con mucha paciencia vas articulando y avanzando, bogando por un ‘un mar que no es el de los sargazos’ -, donde no necesariamente nos sentamos a armar, pero si desear que tú y los tuyos ante todo tengan presente hacer la vida lo mejor posible, sustituyendo los malos momentos por los más gratos.

¿Te parece?

lunes, 6 de enero de 2025

Una evaluación, ¿laxa para los padres?

Un elemento real, tangible y a la vez preocupante, es cuando se enjuicia o se subvalora al docente por parte de los padres, hecho este al igual que los rumores o comentarios negativos que pueden perjudicar enormemente la profesionalidad y funciones de un profesor, y la motivación que luego pueden tener en su trabajo diario.

‘Un talón de Aquiles’[1] en el profesorado que hace ‘saltar las alarmas’ a los padres de familia, resulta cuando sus descendientes, se ven afectados por los bajos resultados en las evaluaciones, algo así como «me sorprende…pero si él o ella, nunca, pero nunca habían salido mal en las notas…».

Estamos claro que los profesores son los responsables de la educación de sus hijos en el centro de enseñanza, ocupando un rol de complemento de la educación que acompaña la gestión que han de realizar los padres en el hogar, NO la sustitución; ¿lo ideal?, que exista una sensación de equipo padres - docentes, de complementariedad, cooperación y colaboración.

El factor sorpresa para los padres, no ha de resultar una justificación que permita ‘tambalear’, el desempeño del docente, que no solo imparte contenidos de la asignatura literalmente, ya que también promueve mediante un sinnúmero de actividades que fortalecen la formación en valores: trabajar en equipo, la entrega de tareas a tiempo, la honestidad, el amor y respeto a los símbolos patrios, entre otros muchos, pero que además dedica un tiempo extra, muy extra en su preparación misma.

Por supuesto entre ambos ‘bandos’ deberá primar una comunicación efectiva y asertiva que acerque a estos protagonistas donde desde la escuela (docente y apoyo institucional) se informe, se analice la marcha integra del estudiante, que no solo se dará a conocer lo negativo, no, también lo positivo.

Si bien lo anterior ha de ser una – dentro de tantas - herramienta esencial, vital, para el mejor desempeño del estudiantado, suele ocurrir y posiblemente con mayor énfasis acorde a la indebida interpretación que la exigencia, el rigor por parte del docente, resulta el factor clave para los deficientes resultados académicos de los estudiantes; no así en el caso de padres que en su momento pudieron ser castigados bajo el efecto de alguna amenaza de agresión física, por ejemplo: ¡Sino sacas buenas notas, ves esta chinela o chancleta[2]…!, pero que en los tiempos modernos,  suelen asumir .– no todos  – un escudo de paternalismo proteccionista, laxo, ante la evaluación.

«¿Qué…dejó a mi hijo aplazado por un punto?»; «iNo, esto no queda aquí, voy a hablar con la dirección…!».

En cualquier caso, ante un llamado de atención que el estudiante reciba, será esencial que el padre tenga conocimiento de ello, pero que actúe en coherencia con el centro, manifestando su disgusto al hijo (no con el profesor), que, de demostrarle complicidad a su hijo, criticando al profesor, es muy probable que el discípulo se sienta defendido, «intocable», y le dé igual el llamado de atención o sanción que se le hizo, que por supuesto ante esa falacia, más temprano que tarde el estudiante será afectado.


No olvide que la coherencia de las actuaciones educativas entre centro y casa es, uno de los factores más importantes para garantizar buenos resultados académicos, pero también un adecuado desarrollo como persona; hay cuestiones del día a día que los padres no pueden conocer porque no están en el aula, por lo que los docentes deberán de tener un voto de confianza.



[1] Expresión que se utiliza para referirse a un punto débil de una persona o cosa.

[2] También llamada pantufla, chancla, sandalia…