lunes, 13 de enero de 2025

¿Difícil? ..., pero rescatable.

Lo que sucede en este instante, en unos minutos horas, se convierte sencillamente en pasado, entiéndase tiempo que ya sucedió y que, en una línea cronológica, ha quedado atrás; pero…, estas dos primeras líneas me resultan, cuando le presto atención detenidamente, algo como ¿seco?, ¿tajante?, ¿frio?, por tanto, creo que amerita ser un tanto más explícito, algo así como añadirle una buena sazón (al menos es mi intención, aunque de cocina solo se abrir latas…sin comentarios)

Un breve relato – el cual no amplio mucho, para evitar humedecer estas hojas virtuales – en el cual ponían en la balanza varias emociones: felicidad por el rato consumido (estoy escribiendo en pasado) durante una semana atípica donde el tiempo se hizo corto (aquí entra la relatividad del tiempo, donde dos acontecimientos que parecen simultáneos desde la perspectiva de alguien, no lo sean desde la perspectiva de otra persona, donde ambos están en lo cierto) porque disfruté con mi hija después de casi un par de años de no verlacuyo impacto presencial no es lo mismo jamás que virtual – , coincidiendo con mi onomástico.

Tire la casa por la ventana – casi el equivalente económico a tres meses de jubilación, pero les cuento no importó, es más lo volvería a hacer – fuimos a lo que el tiempo nos permitió, en resumen: el presentarle la cultura de un nuevo país (música, centros turísticos, gastronomía, su gente, etc.), por supuesto siendo el tiempo indetenible, llegó el momento de la despedida: ambos al pie de la escalerilla del bus que la regresaría a nuestro país de origen, mientras que la azafata revisaba la documentación que estuviese en regla muchos eran los sentimientos encontrados: ¿reír, llorar?, donde ambos verbos se mezclaban, sin una línea roja por medio, eso sí era y soy feliz.

Siendo la felicidad un «estado de grata satisfacción espiritual y física», ampliando el espectro – donde si bien está claro que no podemos ser feliz las 24 horas del día, ni todos los días de la semana, pero sí en momentos puntuales – como el relatado -, lo somos cuando sabemos que la salud de nuestros familiares más allegados (incluyo amigos), es la adecuada; cuando hay personas que en su trabajo, tienen un adecuado desempeño (a pesar que no compagine sus títulos académicos) pero que luchan y se esfuerzan por garantizar las necesidades básicas de su familia y que posteriormente logran encausar su verdadero rol como profesional.

Cuando revisas ‘las ramas de tu árbol genealógico’ y aprecias como tanto descendientes y ascendentes han sido personas donde la educación y los valores constituyeron el tronco central y esencial para ser personas de bien, a pesar que no todos tuvieron la opción de sentarse en un pupitre, pero sí nos enseñaron a respetar, a escuchar, ser honestos, solidarios, honrados, diligentes en el actuar, en resumen, vivir sin dañar o perjudicar a los demás.

Ser feliz – siendo rescatable, dada la maravilla de nuestro cerebro y su capacidad mediante la memoria de volver a recordar hechos, ideas, sensaciones, referidos a gratos momentos compartidos, vividos, al ser retenidos y recuperados voluntariamente – cuando trasladamos de un pasado a un presente, cerrando los ojos y soñamos en blanco y negro o a colores, que en el mejor de los casos reforzamos con la ayuda de fotos, film, etc.

Felicidad que puede ser extendida a un futuro, cuando se tienen objetivos realistas, metas y deseos por los que luchar, cuando creemos en nosotros mismos y tenemos la esperanza que las “cosas” estarán bien, sentirse con ánimos, pero sin adelantarnos a los acontecimientos, siendo pragmáticos, resilientes.

Diría que la felicidad, siendo esos pequeños momentos esencialmente vividos (sin excluir ese instante momento donde lo somos), como piezas de un rompe cabezas – donde al comienzo algunas encajan y otras no, pero que con mucha paciencia vas articulando y avanzando, bogando por un ‘un mar que no es el de los sargazos’ -, donde no necesariamente nos sentamos a armar, pero si desear que tú y los tuyos ante todo tengan presente hacer la vida lo mejor posible, sustituyendo los malos momentos por los más gratos.

¿Te parece?

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