Yo soy curioso, tú eres curioso, él es curioso, ella es curiosa, nosotros somos curiosos, vosotros soy curiosos, ¡Todos somos curiosos!, afirmaciones que parecen o suelen ser verdad cuando sencillamente nos inclinamos a enterarnos de cosas ajenas o– para no parecer chismoso -, mejor mencionaría a aprender lo que no se conoce.
Es alto tan real que
los niños y niñas pregunten “…papá, abuelo…y por qué, y por qué…” (hasta la
insania), y resulta lógico, por el afán de descubrir el mundo que les rodea,
por ejemplo, a los bebés que, durante las primeras semanas le llaman la
atención los patrones en blanco y negro, así como cuadrados, líneas, ya que
poseen mucho contraste, asi como por colores vivos e intensos.
Recuerdo de un amigo
– hoy en día un gran investigador en el campo del mundo submarino – que cuando
pequeño le encantaba visualizar el comportamiento de los reptiles, mariposas,
pero inclusive hasta llegar al estudio de la anatomía de muchos de ellos que, ya en ese entonces no había leyes para la protección de los derechos
y el bienestar de los animales, por lo visto curioso desde …pequeño.
Por supuesto que de las
8,200 millones de personas estimadas al concluir el 2024 que habitamos en el
planeta Tierra, extraer el % de los que no serían curiosas resultaría muy
complejo, pero si a ello atribuimos que también conviven con nosotros unos 15 mil
millones de celulares[1] y
se prevé que alcancen los 18 mil millones a finales de 2025, con 5 mil millones
de personas en todo el mundo que usan Internet hoy en día, lo que equivale al
63% de la población total del mundo - pero de añadir “más leña al fuego”, donde
los usuarios en el mundo ya pasan más de la mitad su tiempo online en el móvil,
representando más de la mitad del tráfico web mundial -, especularía que las
personas que desean aprender lo que no se conoce son muchas.
Si la curiosidad se
emplease para bien, digamos investigar – actividad imprescindible en la educación,
diría que un bastión – al tener acceso a diversos materiales y fuentes de
información para el fortalecimiento de lo que aprendemos, profundizar, siendo
sometido al análisis, a la discusión grupal, al aprovechamiento óptimo,
pero a la vez gradual, con un tiempo racional de “consumo” y NO el actual donde
adolescentes que entre 12 y 17 años pasan más de seis horas al día, calificado
como un uso abusivo de las pantallas; mientras que uno de cada cinco se
encuentran en riesgo de adicción.
¿Otras posibles incidencias
o riesgos[2]? Reducción
de relaciones sociales; robo y difusión de información personal; acceso a
información errónea (fake news); exposición a imágenes y contenido sexual
explícito; exposición a contenidos de odio y/o violencia; ciberacoso; acoso
sexual; grooming; mensajes que incitan a autolesionarse e incluso a cometer
suicidio, etc.
¿Y en lo académico?[3] Bajo
rendimiento; dificultades en el desarrollo del lenguaje; problemas de sueño;
problemas relacionados con la alimentación; insatisfacción con la imagen
corporal; problemas de conducta; menores niveles de autoestima; mayores niveles
de depresión; ansiedad; sensación de soledad y problemas de salud mental en
general.
Por lo visto la posibilidad de que hayan más “mininos fallecidos” [4] aumenta si los padres, las escuelas, no regulan el uso adecuado de celulares, computadoras u ordenadores, tabletas.
Y para muestra algunos “botones” «… iniciativa remitida al Senado chileno[5], prohíbe su uso en educación parvularia y de 1° a 6° básico, a menos que estrictamente sea necesario para el proceso educativo. Desde 7° básico a 4° medio se plantea regular un uso adecuado y gradual»; «Un nuevo informe de la UNESCO recomienda prohibir los celulares smartphones en las aulas para evitar que distraigan a los alumnos e interrumpan el aprendizaje»[6], …
[1]
Fuentes consultadas varias: Cáritas 2023; INFOCOP (Consejo general de la
psicología de España)
[2]
(ONTSI; 2023; Muppalla y col., 2023; OECD, 2023; UNICEF, 2023; ONU, 2023; Li y
col., 2023). Según el último Informe de Seguridad Online de Microsoft, el 74%
de los y las adolescentes reconoce haber experimentado alguno de estos riesgos
en Internet.
[3]
(Ricci y col., 2022; Muppalla y col., 2022; ONTSI, 2023).
[4]
La frase “la curiosidad mató al gato” es un refrán que se utiliza para advertir
sobre los peligros de la curiosidad excesiva. Se usa para indicar que a veces
no es adecuado curiosear demasiado en algo o que alguien está indagando asuntos
peligrosos o que no son de su incumbencia; El origen de la frase es inglés y se
atribuye al dramaturgo Ben Jonson en 1598, quien la escribió como “care killed
the cat”. En el siglo XVI, esta frase se usaba en el ámbito de la medicina para
significar los peligros para la salud del exceso de preocupación.
[5]
Agosto 12, 2024.
[6]
Agosto 10, 2023 Foro económico mundial https://es.weforum.org/
Interesante reflexión Ernesto, y en el ámbito académico habrá que trabajar muy duro para incorporar la IA como un recurso educativo no necesariamente "curioso" con la connotación que implica, sino para fomentar la investigación y el interés por el saber, desde edades muy tempranas.
ResponderEliminarGracias por compartir tus experiencias y reflexiones.