lunes, 25 de agosto de 2025

Un principio y… un fin

Por supuesto, aseveraría que es un SÍ, la realidad del título de nuestro artículo donde muchos, pero muchos hechos, acciones tienen un principio - Primer instante del ser de algo – y un fin -, término, remate o consumación de algo -, que pudiéramos resumir como: «un inicio y un final»; aunque pensándolo bien, ¿un solo final?

Aunque por ser una persona que trato por todos los medios de ser muy positivista, es por ello que en esta ocasión no abordaré nada cuya dirección sea más que un melodrama, NO; nada de llantos, ni finales donde ello le conlleve a ‘cortarse las venas con un peine’

Trasladémonos al entorno donde mejor me siento, a mis anchas: LA ESCUELA – ¿Sabías qué la palabra “escuela” procede del griego scholé, y del latín schola que significa “ocio, tiempo libre”? –; un docente que prepara su clase, que ha sido un tanto estereotipado en que todo planeamiento, sílabo debe tener un inicio, desarrollo y fin, inicio donde debe plasmar fecha de la clase, tema, …; un desarrollo con actividades a realizar vinculadas a un contenido, que suele ser tomado e impartido literalmente del libro de texto y… un final: resumen ahhhh, y tarea. Hasta aquí, ¿no le resulta algo aburrido a usted y a sus estudiantes?, ¿le facilitará ese ‘encierro’, espacio para la creatividad?

Que decir de la estructura básica de una novela: 1. Planteamiento (presentación de los personajes y su conflicto); 2. Nudo (desarrollo de ese conflicto) y 3. Desenlace (resolución del conflicto), relativamente con un formato parecido al plan de clase y menciono parecido ya que en esta última (novela) al inicio se plantea ¡UN CONFLICTO!, ¿Lo hacemos a la hora de impartir la clase?, o, seguimos… haber chicos revisemos la tarea… evalúas ¿o no? Y … «pasemos a la siguiente clase…». Nota: repito, ¿no le resulta algo aburrido a usted y a sus estudiantes?, ¿le facilitará ese ‘encierro’, espacio para la creatividad?

Retomando lo planteado por los griegos y el origen de la palabra escuela en la antigua Atenas (508-322 a. C.), cuyo significado era “ocio, tiempo libre”, ¿Por qué se preguntará? Cuenta la historia que en ese entonces la capital constaba de dos áreas principales: 1. física e intelectual, que en el caso de la física se reflejaban los ideales de los militares: fuerza, resistencia y preparación para la guerra, de aquí la necesidad de tener un cuerpo en buena forma física; en el caso de los niños comenzaban con la educación física durante o justo después de comenzar su educación primaria; y 2. (la segunda área) identificada (literalmente "el arte de las musas") resultando una combinación de música, danza, letras y poesía modernas.

Que trasladado a los tiempos modernos el deporte, suele ‘encasillarse’ en un horario específico y las actividades digamos extracurriculares (música, danza, etc.) en un horario ¿adecuado? como complemento del período de clases. Pero no yéndonos tan lejos, volvamos a la clase y tratar de introducir el “ocio y el tiempo libre”, en la misma, ¿por qué no comenzar la clase con un juego o actividad lúdica, amén de la naturaleza de la clase?; ¿por qué no comenzar la clase por el final (resolución del conflicto) y que los estudiantes como buenos investigadores – tipo Sherlock Holmes o Arsenio Lupín – sean conducidos mediante ‘pistas’, al planteamiento (… el conflicto)?

Por qué no plantear un inicio con un juego donde se evidencien valores (en el aula sí, si en el aula, pero cree condiciones previas con apoyo de sus propios estudiantes) y un final (feliz) que ¡tenga varios finales! donde los chicos DEBATAN, ¿el motivo de sus propias conclusiones?

Hasta aquí, ¿no le resultará más atractivo a usted y a sus estudiantes?, ¿le facilitará esa ‘apertura’, un mayor espacio para la creatividad? Estoy convencido que sí.

lunes, 18 de agosto de 2025

Desorientado

Me encontraba una mañana desayunando - fuera comenzaban a filtrarse los rayos del astro rey entre las plantas – cuando sentí un golpe contra un vidrio de la puerta que separaba el comedor del patio: ¡Bump!; el golpe fue seco, uno solo.

Surgió de forma innata, el temor de quién había ocasionado la colisión y las consecuencias; la respuesta se manifestó en cuestiones de segundos: un ave pequeña se encontraba en el piso, no se movía, se encontraba inanimada.

Las consecuencias de lo sucedido, no fue la reacción siguiente, sencillamente me “congelé en el tiempo”, producto de apreciar aquel ser vertebrado, de sangre caliente, que tienen plumas y alas, indefensa, donde posiblemente se encontraba en búsqueda de pequeñas ramas para acondicionar el nido o de larvas o gusanos para alimentar a los críos.

¿Causales posibles de la desorientación? 1. Las aves dependen de una combinación de sentidos para el equilibrio, incluyendo la vista, el oído y el oído interno (sistema vestibular); Las alteraciones en estos sistemas pueden provocar sensación de desorientación; 2. Cambios climáticos, generando un aumento de temperatura que modifican su hábito migratorio; el estrés de poder suplir a sus hijos(as) del cuido en cuanto a la alimentación o una “vivienda digna”.

¿Acaso el encontronazo generó confusión con respecto al tiempo, el espacio o sobre quién es uno mismo, en el caso del ave? Ya pensar en esto último, quién es o soy, resultaría complejo dependiendo de un estudio, una investigación fehaciente en cuanto al comportamiento de los animales, pero, ¿y en los seres humanos?

Suelen haber personas que, ante un trauma, por ejemplo, golpearse la cabeza de una forma moderada, por un momento dejan de pensar de manera tan clara y rápida como uno normalmente lo hace; que en función de la intensidad del ‘accidente’, tengan dificultades para prestar atención, recordar e inclusive tomar decisiones.

Qué decir de nuestros estudiantes cuando no prestan atención - ensimismado en la pantalla de un celular -, bien porque la clase le resulta poco ‘atractiva’ y que, ante una pregunta sorpresiva, muestra desconcierto, se ofusca… «¿sí profesora? ..., ¿quién yo? ... ¿qué me preguntaba?».

Pareciera ser que, por el nivel de respuesta del joven, la pregunta de la docente, resultó un símil a la persona que mencioné dos párrafos anteriores, ya que ambos reaccionaron un tanto desconcertado: ¿qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?

Pero, ¿cómo hacer posible restar este impasse de aturdimiento?; ¿recuerdan el ave golpeada? Tal vez, transcurrido unos 50 – 60 segundos del hecho, al volver mi mirada al patio, la misma ¡ya no estaba! ¡QUÉ!, ¿lo había soñado?; la interrogante del ‘cuerpo desaparecido por arte de magia’, me desconcertó automáticamente.

Abrí la puerta de vidrio, me asomé… nada… ¿habría sido un felino, que aprovechando la situación de impotencia … había sido engullida?; al menos no había ni huellas, ni plumas y que por lo visto podía inferir un final feliz …  los polluelos, nuevamente veían a su ‘mamá’, que por cierto traía ramitas en su pico, junto a muy pequeños lumbrícidos, ¿respuestas? ¡pio, pio, pio, …!

Por lo visto al chico desorientado, habrá que proporcionarle mejores clases, donde primer la participación, que el celular se convierta en una herramienta de apoyo en momentos determinados; mientras que al señor que con cierta frecuencia suele golpearse, sea más prudente en su actuar o sencillamente cómprese un casco.

lunes, 11 de agosto de 2025

Cuando se quiere, pero…

Como verbo transitivo, sinónimos de querer encontramos desear o apetecer, también anhelar, ambicionar…; hecho que es innato[1] y que surge prácticamente al nacer, por ejemplo, los bebés son amamantados posiblemente sin saber que esta acción constituye una vía para ser alimentados - 100ml de leche materna aportan una media de 70 kcal de energía al hijo -, pero sobre todo para lograr una conexión muy intensa con la madre, no solo a nivel físico, sino también emocional.

Emociones que suelen acompañarnos durante toda la vida y que como seres humanos reaccionamos, que decir en fechas significativas como nacimientos, cumpleaños, bodas, cuanto particularizamos dichas efemérides con un regalo, a la espera de percibir gratitud no solo por quien recibe, sino también por quien entrega; pero que también suelen relacionarse o involucrarse con los sentidos que poseemos los humanos.

Siendo estos la vista, el sonido, el gusto, el olfato y los sentidos corporales, que incluyen el tacto, como lo son la temperatura, el equilibrio y el dolor[2], sentidos que suelen relacionarse y que difícilmente funcionen aislados, por ejemplo: Al consumir algún alimento nuestro cerebro puede asociar el sabor con una emoción a través de un proceso químico de los sentidos, en este caso pueden influir el olfato, oído, gusto y vista.

Citemos dos ejemplos donde demostremos la relación emoción – sentido: 1. Degustar un helado de… (sabor que le agrade) en una cafetería y que ya previo a que se lo sirvan sus papilas gustativas ubicadas en la lengua se pondrán en modo alerta para percibir el tipo y la intensidad del sabor; 2. Pero si degustase el mismo helado en la boda o cumpleaños de algún descendiente de su árbol genealógico: hija(o), nieta (o) y usted fue el que llevó la torta, posiblemente se agolpen la vista (disfrutando el momento del homenajeado en percibir su rostro de felicidad), el oído (escuchar la sonrisa nerviosa de satisfacción), el gusto (cuando evidencia como lo saborea), el olfato (siendo el helado elaborado de forma artesanal, sencillamente se percibe), el sonido (cuando ingiere el mismo al tragar)

Por supuesto, imposible de excluir la pregunta: ¿Dónde le supo mejor el helado?

Por otra parte, se ha comprobado que nuestros diferentes sentidos se relacionan con nuestras emociones (psicológica y neurológicamente), se relacionan con nuestras reacciones emocionales, aprendizaje y percepción en un nivel más general.

No queda duda que lo que sentimos desencadena un sentimiento, por ejemplo, y si usted por alguna razón no pudo estar presencialmente en la actividad festiva hace un instante mencionado.  

¿Frustración?, ¿ansiedad?, ¿desasosiego?, es posible, algo que inclusive se planifica por razones ¿justificadas?, digamos trabajo, y que a última hora no le autorizaron su viaje, boleto aéreo suspendido por condiciones ambientales u otra razón de motivo mayor que no le permitieron estar presente.

Por supuesto hay opciones al menos virtuales (que NO sustituyen a la presencial, pero sí al menos como paliativo), uso de alguna red donde verse “en vivo”, una carta, un mensaje de voz, imágenes.

¿Afluirán las emociones – respuestas automáticas e involuntarias -, y los sentimientos - resultado de la evaluación consciente de esas respuestas emocionales -, por igual ante lo presencial o virtual?

Mmmmm…. Diría que no.



[1] Innato: inherente al ser humano y no siendo adquirido por la experiencia, cuyas cualidades, características o habilidades que una persona posee desde su nacimiento.

[2] (Mealey, 2021).

lunes, 4 de agosto de 2025

Un toque de queda…necesario.

Si pusiese "Couvre-feu", como título del articulo obligatoriamente debieras recurrir al idioma francés, su traducción siendo este “Cubrir el fuego”, pero que se derivaba o vinculaba a “Toque de queda” el cual posiblemente y de forma inmediata lo vinculemos a la medida restrictiva de podernos movilizar, como fue el caso de la pandemia producida por el COVID (2020-2022) y evitar con ello la propagación de enfermedades.

Este término tiene sus raíces en la Edad Media (Siglo XIV) “Cubrir el fuego – toque de queda”, que proviene del hecho de utilizar una campana para indicar a la población que debía cubrir o apagar sus fuegos para evitar incendios, dado que las construcciones eran principalmente de madera y dada la proximidad entre las mismas el incendio fácilmente podía propagarse.

Hoy en día el toque de queda que se amplía ante situaciones de crisis, como guerra, disturbios o desastres naturales; también válido para propietarios de viviendas o establecimientos para restringir la entrada o salida de personas; y que decir la que los padres establecen a que los hijos regresen a casa a una hora determinada.

Visto lo anterior (párrafos 1 y 2, como aprendizaje, para conocimientos de cultura general) y el tercero ya con mayor vigencia en nuestros días, hablaré de ¡MI toque de queda!, algo así como mi auto restricción, ¿ante qué? se preguntará: ante la información digital, entiéndase textos, imágenes, audio, video, y otros datos codificados en formato digital.

¿Un adicto a la tecnología?, SÍ; ¿Un adicto al uso de aplicaciones (app) que enriquezcan mis clases como apoyo?, SÍ; ¿Y otros?, SÍ: «… Alexa pon música de…»; «Hello Google, tengo que ir al dentista, llévame a la clínica dental cuya dirección es…».

Decirle que no me estresa saber que mensajes hay en el celular, sería mentira, algo así como la negación de la negación - concepto filosófico que describe un proceso de desarrollo a través de la contradicción y la superación -; «Perdón debo hacer un alto…, la freidora de aire me avisa con pitidos que ya lo que calentaba, está listo».

Por lo visto estar pendiente de algo o alguien sistemáticamente, puede generar mal dormir, provocar ansiedad, depresión, dificultad para concentrarse, … (lista interminable), situación que me condujo a auto restringir mi acceso mis “enredos en las redes”, tales como: activar no molestar de todas las llamadas, las notificaciones y otras alertas, la advertencia de alerta de terremotos, poner en mudo la vibración ante notificaciones y en el caso extremo, presionar simultáneamente dos de las teclas ubicadas en el costado del celular, y reafirmar: apagar (el celular).

¿Y el despertador? Ahhhhhhhhhhhhh, ¿qué hacer? Imposible para mí llegar tarde ante cualquier compromiso y por supuesto la preocupación de quedarme dormido, ¿qué hacer?; ¿esperar a que la luz del Sol me diese en la cara, cuando me despierto a las 4:30 am?, ¿qué las aves trinen, cuando a esa hora solo está despierto el búho?

¡Ya sé lo que haré! Chanel una de mis mascotas (cocker) tiene por costumbre, hábito, ir a despertarme a eso de las 4:30 am, sino le hago caso se acerca a la cama y me toca el brazo; de no responderle me aúlla, algo así como (traduciendo lenguaje mascota) «… Ernesto, despiértate que no puedes llegar tarde al trabajo», «además es hora que tomes café y me sirvas mi desayuno…».

Por lo visto lo que brinda la naturaleza misma, es más agradable y no enreda.