lunes, 11 de agosto de 2025

Cuando se quiere, pero…

Como verbo transitivo, sinónimos de querer encontramos desear o apetecer, también anhelar, ambicionar…; hecho que es innato[1] y que surge prácticamente al nacer, por ejemplo, los bebés son amamantados posiblemente sin saber que esta acción constituye una vía para ser alimentados - 100ml de leche materna aportan una media de 70 kcal de energía al hijo -, pero sobre todo para lograr una conexión muy intensa con la madre, no solo a nivel físico, sino también emocional.

Emociones que suelen acompañarnos durante toda la vida y que como seres humanos reaccionamos, que decir en fechas significativas como nacimientos, cumpleaños, bodas, cuanto particularizamos dichas efemérides con un regalo, a la espera de percibir gratitud no solo por quien recibe, sino también por quien entrega; pero que también suelen relacionarse o involucrarse con los sentidos que poseemos los humanos.

Siendo estos la vista, el sonido, el gusto, el olfato y los sentidos corporales, que incluyen el tacto, como lo son la temperatura, el equilibrio y el dolor[2], sentidos que suelen relacionarse y que difícilmente funcionen aislados, por ejemplo: Al consumir algún alimento nuestro cerebro puede asociar el sabor con una emoción a través de un proceso químico de los sentidos, en este caso pueden influir el olfato, oído, gusto y vista.

Citemos dos ejemplos donde demostremos la relación emoción – sentido: 1. Degustar un helado de… (sabor que le agrade) en una cafetería y que ya previo a que se lo sirvan sus papilas gustativas ubicadas en la lengua se pondrán en modo alerta para percibir el tipo y la intensidad del sabor; 2. Pero si degustase el mismo helado en la boda o cumpleaños de algún descendiente de su árbol genealógico: hija(o), nieta (o) y usted fue el que llevó la torta, posiblemente se agolpen la vista (disfrutando el momento del homenajeado en percibir su rostro de felicidad), el oído (escuchar la sonrisa nerviosa de satisfacción), el gusto (cuando evidencia como lo saborea), el olfato (siendo el helado elaborado de forma artesanal, sencillamente se percibe), el sonido (cuando ingiere el mismo al tragar)

Por supuesto, imposible de excluir la pregunta: ¿Dónde le supo mejor el helado?

Por otra parte, se ha comprobado que nuestros diferentes sentidos se relacionan con nuestras emociones (psicológica y neurológicamente), se relacionan con nuestras reacciones emocionales, aprendizaje y percepción en un nivel más general.

No queda duda que lo que sentimos desencadena un sentimiento, por ejemplo, y si usted por alguna razón no pudo estar presencialmente en la actividad festiva hace un instante mencionado.  

¿Frustración?, ¿ansiedad?, ¿desasosiego?, es posible, algo que inclusive se planifica por razones ¿justificadas?, digamos trabajo, y que a última hora no le autorizaron su viaje, boleto aéreo suspendido por condiciones ambientales u otra razón de motivo mayor que no le permitieron estar presente.

Por supuesto hay opciones al menos virtuales (que NO sustituyen a la presencial, pero sí al menos como paliativo), uso de alguna red donde verse “en vivo”, una carta, un mensaje de voz, imágenes.

¿Afluirán las emociones – respuestas automáticas e involuntarias -, y los sentimientos - resultado de la evaluación consciente de esas respuestas emocionales -, por igual ante lo presencial o virtual?

Mmmmm…. Diría que no.



[1] Innato: inherente al ser humano y no siendo adquirido por la experiencia, cuyas cualidades, características o habilidades que una persona posee desde su nacimiento.

[2] (Mealey, 2021).

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