Como verbo transitivo, sinónimos de querer encontramos desear o apetecer, también anhelar, ambicionar…; hecho que es innato[1] y que surge prácticamente al nacer, por ejemplo, los bebés son amamantados posiblemente sin saber que esta acción constituye una vía para ser alimentados - 100ml de leche materna aportan una media de 70 kcal de energía al hijo -, pero sobre todo para lograr una conexión muy intensa con la madre, no solo a nivel físico, sino también emocional.
Emociones que suelen
acompañarnos durante toda la vida y que como seres humanos reaccionamos, que
decir en fechas significativas como nacimientos, cumpleaños, bodas, cuanto
particularizamos dichas efemérides con un regalo, a la espera de percibir gratitud
no solo por quien recibe, sino también por quien entrega; pero que también suelen
relacionarse o involucrarse con los sentidos que poseemos los humanos.
Siendo estos la
vista, el sonido, el gusto, el olfato y los sentidos corporales, que incluyen
el tacto, como lo son la temperatura, el equilibrio y el dolor[2],
sentidos que suelen relacionarse y que difícilmente funcionen aislados, por
ejemplo: Al consumir algún alimento nuestro cerebro puede asociar el sabor con
una emoción a través de un proceso químico de los sentidos, en este caso pueden
influir el olfato, oído, gusto y vista.
Citemos dos ejemplos
donde demostremos la relación emoción – sentido: 1. Degustar un helado de…
(sabor que le agrade) en una cafetería y que ya previo a que se lo sirvan sus
papilas gustativas ubicadas en la lengua se pondrán en modo alerta para
percibir el tipo y la intensidad del sabor; 2. Pero si degustase el mismo
helado en la boda o cumpleaños de algún descendiente de su árbol genealógico:
hija(o), nieta (o) y usted fue el que llevó la torta, posiblemente se agolpen
la vista (disfrutando el momento del homenajeado en percibir su rostro de
felicidad), el oído (escuchar la sonrisa nerviosa de satisfacción), el gusto
(cuando evidencia como lo saborea), el olfato (siendo el helado elaborado de
forma artesanal, sencillamente se percibe), el sonido (cuando ingiere el mismo
al tragar)
Por supuesto,
imposible de excluir la pregunta: ¿Dónde le supo mejor el helado?
Por otra parte, se ha
comprobado que nuestros diferentes sentidos se relacionan con nuestras
emociones (psicológica y neurológicamente), se relacionan con nuestras
reacciones emocionales, aprendizaje y percepción en un nivel más general.
No queda duda que lo
que sentimos desencadena un sentimiento, por ejemplo, y si usted por alguna
razón no pudo estar presencialmente en la actividad festiva hace un instante
mencionado.
¿Frustración?,
¿ansiedad?, ¿desasosiego?, es posible, algo que inclusive se planifica por
razones ¿justificadas?, digamos trabajo, y que a última hora no le autorizaron
su viaje, boleto aéreo suspendido por condiciones ambientales u otra razón de
motivo mayor que no le permitieron estar presente.
Por supuesto hay opciones al menos virtuales (que NO sustituyen a la presencial, pero sí al menos como paliativo), uso de alguna red donde verse “en vivo”, una carta, un mensaje de voz, imágenes.
¿Afluirán las
emociones – respuestas automáticas e involuntarias -, y los sentimientos - resultado
de la evaluación consciente de esas respuestas emocionales -, por igual ante lo
presencial o virtual?
Mmmmm…. Diría que no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario