Extendiendo este principio al caso de una mesa normal con cuatro puntos de apoyo sobre una superficie más o menos regular, tres de estas patas apoyaran en el suelo al mismo tiempo sobre un mismo plano, pero basta que la cuarta pata apoye sobre un plano distinto para que el mueble pierda la estabilidad y empiece a cojear, por mínimo que sea dicho desnivel.
Un tanto para tratar de contradecir a Euclides – modestamente – en la Educación suelen plantearse que en todo proceso de aprendizaje se establecen dos “actores principales” estudiante y profesor.
Actores del cual me parece que falta incondicionalmente la tercera “pata” y son los padres de familia (fundamentalmente educación de preescolar o kínder, primaria), que tienen el compromiso de atender a sus hijos, sobrinos, nietos, que hasta aquí puede resultar un eslogan (lema o consigna), que puede convertirse en una simple utopía si no hay condiciones concretas y definidas para que apoyen.
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¿Solución? Muy compleja, pero necesaria de atender – mis padres sin casi escolaridad, me exigían horario de estudio, revisión de cuadernos, cero distracciones – y nada de levantarse de la mesa, ¿faltas de ortografía? Tenía un cuaderno extra donde escribir 100 veces la palabra correcta.
Hasta aquí, podría considerar que la mesa – Educación – es estable, como la mesa con sus tres patas, pero me falta una (por ello contradigo a Euclides) la “cuarta pata de la mesa” que sería la tecnología, que de no utilizarse adecuadamente generará desestabilidad.
¿Recursos para APOYAR la Educación, posiblemente los más masivos? Celular, televisión, y la radio. ¿Limitaciones? La accesibilidad a ellos por un problema de costo – que genera la llamada brecha tecnológica - y para los que disponen al menos los dos primeros, pareciera ser que se requiere un mayor nivel de sensibilidad en su uso escolar u académico, el cual debe ser reforzado por el o la docente en un principio para las actividades no presenciales.
En el caso particular de la radio, medio idóneo preferentemente para el sector rural, al menos en América Latina, el uso es casi nulo en el ámbito educativo. Por supuesto tenemos excepciones, como Colombia, Bolivia, México.
¡Qué lástima que escatimemos recursos y con ello que la mesa se tambalee!