El primer vehículo a vapor (1769) fue el Fardier, creado por
Nicolas-Joseph Cugnot; Alrededor de 1870, en Viena, el inventor Siegfried
Marcus hizo funcionar el motor de combustión interna a base de gasolina,
conocido como el “Primer coche de Marcus”.
Por su parte en el caso del empleo de la electricidad en los
automóviles, tenemos que Robert Anderson inventó el que sería el primer y
rudimentario vehículo eléctrico entre 1832 y 1839, propulsado por celdas
eléctricas no recargables.
Por supuesto todos continuaron evolucionando hasta lo que
podemos apreciar en el día de hoy tal vez físicamente o promovidos en
comerciales proveniente de Europa y Estados Unidos.
Toda esta introducción me conlleva a reflexionar sobre la
duración o modificación del libro de texto ¿físico o digital?
Varios han sido los artículos donde he votado por la
continuidad del texto “en modo” físico, hemos mencionado su origen con la
creación de la imprenta en 1440, y publicación del primer libro en 1449 por Johannes
Gutenberg (por lo que supongo que muchos de los llamados copistas a mano o
manuscritas, de forma gradual pasaron al desempleo, talón de Aquiles de los
avances tecnológicos); su permanencia y uso con mayor énfasis en Europa, India,
Tailandia y China donde los lectores dedican entre 9 y 11 horas a la semana por
persona.
Sin embargo a pesar que la literatura latinoamericana es una
de las más ricas del mundo, esto no hace que sea la primera opción a la hora de
entretenerse en América Latina. Los países donde más se lee son Chile con 5.4
libros al año, México con 5.3 y Argentina con 4.6 seguido de Brasil con 4
libros al año.
Un factor recurrente que casi se convierte en una constante –
al menos en América Latina – es el costo de los textos, lo que limita la compra
de los mismos, que si bien en la era de hoy lo facilita (el valor de los
mismos) sumándose a las bibliotecas virtuales, donde tienes la oportunidad de
alquilar el texto digital por un tiempo determinado, siendo exclusivo para el
que realiza la inversión (generalmente los padres) tendrás que añadirle el uso
de recursos tecnológicos (internet, computadora, tableta, etc.) encareciendo
significativamente el acceso a los mismos.
De aquí hechos reales que ponen en tela de juicio el uso del
texto digital y genere durabilidad y continuidad del uso físico.
Nada como sentarse tras un rato de ocio, en la lectura de un
libro, pero…comencé a dudar cuando tuve la opción de que me compartieran
algunos textos digitales, retomando una tableta que tenía (7 pulgadas de
diámetro) y utilizarla como lector de libro electrónicos (Ebook Reader)
Maravilla, cuando logré también disponer del aumento (zoom)
del tamaño de las letras y qué decir de marcar con un toque, en que página
quedé, para que en la próxima ocasión ahí estuviera la misma esperándome para
continuar “devorando” página tras página.
Me queda claro que el factor económico como brecha, además
del tecnológico reduce la posibilidad de que el texto físico desaparezca pero…
ya comienzo a dudar.
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