Luego la persona que me lo dijo cuando nos conocimos y tuvimos
la “química” suficiente para trabajar juntos durante 12 años, de manera
armónica, respetuosa, complementaría, prácticamente resultaba una alabanza.
¿Motivos que conllevaron, a la calificación? Dedicar mucho
tiempo, considero más que el necesario, a mi trabajo. Cometía el error personal
de sopesar que, sino estaba ahí, además de tratar de ser lo necesariamente previsorio
(que según el diccionario R.A.E. incluye previsión, prudencia y sensatez),
obviamente con determinados márgenes de error siempre impredecibles, el accionar
de la institución se detendría inexorablemente.
Consideraba – que al comenzar las clases a las 7 am – yo debía
estar antes, previo a que iniciarán los “problemas”, de aquí que saliese a más
tardar de la casa a las 5:45 am llegando a la oficina a eso de las 6:00 – 6:15
am y 5 minutos después recorría pasillos (en muchas ocasiones mi reloj a través
de una aplicación me felicitaba por caminar en un día hasta 10,000 pasos,
equivalentes a 8 – 10 km) lo que me venía como “anillo al dedo” para ejercitar
las extremidades inferiores.
Después “me refugiaba” en la computadora avizorando algún
correo, mensaje de la noche anterior, además de revisar en la agenda que
teníamos para “hoy”, además de lo que quedaba del resto de la semana o de la próxima.
El resto del personal administrativo – académico, entraban
dos horas después los cuales, al ubicarse en sus computadoras, eran “bombardeados”
por un sinnúmero de correos – la mayoría míos – con orientaciones, solicitudes,
agendas de reuniones, etc.
Vorágine que fue disminuyendo – con el paso del tiempo –
dada sugerencias o recomendaciones y hasta bromas, las que formaban parte de la
dinámica cuando celebrábamos los cumpleaños de alguno de los integrantes de mi
equipo de trabajo, que “bajara el gas”, en señal de hacer lo mismo, pero “bajando
la intensidad”.
Esto que relato era a lo interno; en lo externo, en una
ocasión vinieron administrativos – académicos de una universidad
centroamericana a conocer la aplicación o plataforma, con la cual, se
planificaba y controlaba el desarrollo de la docencia a nivel institucional.
Tras la exposición el rector visitante, me preguntó: ¿…y usted a que hora va a
su casa?, interrogante que me estremeció por completo.
La respuesta primera fue una sonrisa de agradecimiento; lo
segundo fue una reflexión que lo asumía como sentirme bien con lo que hacía, a
la vez responsabilidad y hacer que las cosas funcionaran casi a la perfección.
De no ser así, no sería yo.
Aparejado al trabajo, lograba la estabilidad, me permitía el
poder garantizar los estudios de mi hija, darnos en la familia algún que otro
gusto (como parte de la sociedad de consumo)
¿Me equivoco o equivoqué?
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