No necesariamente constituye un aval que te favorezca
inmediatamente, cruzando la frontera (vía aérea, marítima o terrestre), partiendo
de muchas premisas, tales como: adquisición de la residencia temporal – cuya demora
oscila entre meses y años -, donde una vez otorgada suele indicarte, el que
puedes laborar; este período para muchos desesperantes, que genera desasosiego,
ante de la posibilidad de, ¿y mientras tanto qué hago?, ¿cómo alimento a mi
familia?
Las puertas, ante la situación antes referida, no
necesariamente se cierran, sino que quedan “entre abiertas”, para opciones un
tanto restringidas (dada la condición de ilegal), como “hacer cualquier cosa”
ajeno a los estudios realizados, vinculados a una experiencia profesional, cuyas
opciones se restringen a algún vínculo familiar, de amistad, y en el peor de
los casos, salir a tocar puertas, que hoy en día se traduce al uso de las redes
sociales.
Mientras todo este tiempo transcurre – siempre en el marco
del proceso de legalización -, y el contacto con la nueva cultura, a la que necesariamente
habrá que “digerir”, entender, respetar (muy importante el respeto, siendo
necesario ESCUCHAR), aprender, evitando en todo momento el etnocentrismo,
entiéndase “actitud por parte del
inmigrante, en la cual se trata de imponer su cultura y costumbres propias por
encima de las que está por conocer”, de aquí la necesidad de aprovechar ese
tiempo de impasse, con una alta carga de paciencia, mucha paciencia.
Hay países que suelen proporcionar visas de trabajo a personas
con un alto nivel de preparación, cuyos perfiles no necesariamente se adecuan
al emigrante, pero que este último – amén del motivo que lo condujo a la
decisión de irse – “se lanza al ruedo”, que no es del Coliseo romano, pero que
pudiera asemejarse.
Y aquí comienza el camino muy ascendente, con obstáculos,
escalones falsos, donde suele primar la discriminación, donde se etiqueta a la
persona (ya inmigrante, con residencia temporal, permiso para trabajar,
profesional) como el o la país de origen, nombre que se le antepone al que sus
padres alguna vez decidieron.
¿Y al regresar a casa, cansado, donde ya afloran canas que
surgieron antes de tiempo? Serás recibido por tú familia, con abrazos, besos y
con un ¿papi, mami?, ¡que bueno ya en casa!
¿Respuesta? Sí mijos, ¿Qué tal la escuela?, ¡Cenemos, un
poco de tele y a descansar, que mañana será otro día duro de estudio y trabajo!
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