Su
tamaño es reducido, cubre el cuero cabelludo, creando una pequeña cámara de
unos dos centímetros entre su superficie interior y el cuero cabelludo. Se ciñe
al cráneo por su borde ribeteado, o bien gracias a una "banda derecha
semirrígida".
Bien utilizada en el invierno o en el verano dependiendo del tipo de tela y su grosor, siendo su variedad diversa dada su procedencia de diferentes países en su mayoría en Europa (España, Inglaterra, Irlanda, Escocia, entre otras)
En particular en España, en el País Vasco y Navarra la
boina, constituye una prenda de larga tradición en una cultura tradicionalista[1].
Igual ha de suceder con un sinnúmero de piezas que forman
parte de las vestimentas o vestuario para ambos sexos; que decir de los pantalones
jeans (vaqueros, blue jeans) actualmente un tanto deteriorados (tela hecha
jirones) unos con más hoyos, tipo socavones[2],
pero en fin para gusto colores.
Todo lo anterior para vestir o cubrir el cuerpo –o al menos
parte de el–, sin embargo, podemos añadir a nuestra “masa corporal” el uso de
accesorios, como pueden ser las prendas a lo que se suma incorporando el uso de
la tecnología (que sería un craso error omitir) como son los audífonos alámbricos
o no que nos permiten escuchar música esencialmente, recibir o contestar
llamadas lo cual constituye un arma de doble filo, más allá de los avances de
la ciencia, pero que nos extrapola de los peligros inminentes cuando caminas,
conduces al “sumergirte en una burbuja anti-entorno”
Que decir del celular, convertido hoy en día en un objeto ¿o
apéndice cotidiano? que forma parte de nuestras vidas, en un bolsillo, en la
mesita de noche, en la mochila, en el baño. Objeto que nos comunica o mal nos
comunica sobre todo cuando escribimos en lenguajes tan diversos que violenta al
pobre abecedario que sigue perdiendo letras (ll, ch)[3],
donde se sustituyen letras por otras, aún no descubierto por la RAE, pero que a
veces ésta última asume y la reconoce producto de la presión social.
Instrumento digital que aún no acaba de calar en la
Educación en las clases, como se desea y se necesita, pero ahí está.
Obviamente este análisis podría extenderse más en cuanto a
moda y tecnología, siendo ambos productos de consumo, luego… y para muestra
varios botones:
·
Camisetas con temperatura graduable para
ciclistas, guantes conectados a baterías o prendas que controlan constantes
vitales[4].
·
Relojes digitales o Smart wacht con sensores que
miden o identifican oxígeno en la sangre, masa corporal, electrocardiograma,
presión arterial, etc.
·
Ropa
que se ilumina con corriente eléctrica generada con tintas sobre sustratos
flexibles en las prendas; o las mallas o prendas inteligentes que, gracias a la
implantación de sensores, detectan los síntomas de fatiga de nuestra espalda y
modifican su posición para evitar lesiones lumbares.
[1] En
una pequeña escultura que se remonta a la Edad del Bronce, procedente de
Cerdeña (Isla de Italia), aparece un hombre con boina: es el origen de la
boina, el precedente más antiguo de esta prenda que tiene tras de sí más de
4.000 años de historia. Ya se utilizaba en el siglo XI a.C., en Dinamarca, como
se deduce de los restos arqueológicos de Guldhöi. En ellos se pudo observar
como uno de los esqueletos exhumados aún conserva puesta en su cabeza la boina
con la que falleció.
[2] Hoyos
o depresiones de suelo formados como consecuencia de la erosión del agua en la
tierra de un determinado lugar.
[3] Se
consideran que no son letras, sino dígrafos, esto es, conjuntos de dos letras o
grafemas que representan un solo fonema.
[4] Tomado de Smart Clothing Market Análisis. Universidad de Berkeley
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