lunes, 4 de septiembre de 2023

Cuando nos engaña el subconsciente

Previo a profundizar en el título de hoy adentrémonos primero – como preámbulo - de qué es la mente: «se puede definir como el conjunto facultades intelectuales o mentales de una persona» / «es el conjunto de capacidades cognitivas que engloban procesos como la percepción, el pensamiento, la conciencia, la memoria, imaginación, etc., algunas de las cuales son características del humano y otras son compartidas con otras formas de vida.

En particular dentro de las mentales encontramos el deseo, la sensación de dolor o las creencias, que son instancias, tipos o ejemplos de dichos procesos.

¿Y su vinculación con el subconsciente? Una primera acepción «la parte menos accesible de nuestra mente, donde se encuentran recuerdos e impulsos reprimidos», otra,  «todo aquello que tenemos guardado o almacenado debajo de nuestra propia consciencia, como si estuviera escondido»; de aquí que a las personas  les resulte muy difícil acceder a la información que se tiene almacenada tenemos almacenada en él.

Y, ¿qué guardamos en dicho “almacén”? miedos profundos, deseos reprimidos y experiencias traumáticas que incluso de manera consciente no nos gustaría recordar. Todo este contenido puede dar lugar a que aparezcan determinadas patologías como ciertos trastornos de ansiedad, miedos, fobias, etc.

Que, por supuesto pueden ser expresados inconscientemente, por ejemplo: cuando estamos hablando de un tema y de repente decimos una palabra o frase que no tiene relación con este.

Nuestro subconsciente resulta como un programa de ordenador/computadora que han venido siendo creados con el pasar de los años con las experiencias que hemos ido almacenando y este mismo programa (compuesto de ideas, creencias arraigadas, pensamientos, etc.) provoca que nos inclinemos más hacia una decisión que hacia otra, inclusive está en concordancia con nuestros verdaderos deseos y tomamos las decisiones que realmente queremos.

Investigaciones realizadas hay determinado que el subconsciente es una fuente de creatividad y que ayuda a resolver problemas, incluso aquellos que pareciera que no tuvieran solución.

Hasta aquí pareciera ser una clase de filosofía o psiquiatría o de cultura general.

Por lo que a partir de este momento empiezo a sustentar o particularizar lo referido y ya mencionado en algunos de los párrafos anteriores, como es el deseo.

¿Su definición más sencilla? «Cosa que una persona desea» / «Interés o apetencia que una persona tiene por conseguir la posesión o la realización de algo», del cual se derivan un sinnúmero exponencial acerca de lo que uno desea – aunque a veces de inmediato no se pueda -, ejemplos: «… graduarme de…»; «tener un trabajo acorde a mis expectativas»; «encontrar la pareja ideal»; «viajar»; «tener un hogar propio»: «tener a mis familiares cerca», y pudiéramos continuar tantos en el campo material como emocional.

Pero si el subconsciente «nos traicionara», como fue el ejemplo citado de ‘…decir una palabra o frase que no tiene relación con este’, ¿qué sucedería en el caso de algo que tengas reprimido bien porque tus padres no te lo han permitido, o que siendo adulto/a, no te fue posible cumplirlo?

Aunque la atención ante cualquier `liberación' del deseo reprimido deberá ser atendido ante cualquier hecho moral o de otra naturaleza sobre la base de la adecuada comunicación efectiva y asertiva padre e hijos.

Ya en la adultez donde la persona tiene una madurez propia, lo que no resta que a la hora de dejar de reprimirse pudiese cometer en error, debe pensarlo muy bien, pero si lo desea para que forme parte de un buen recuerdo suyo guárdelo en su 'caja fuerte', la mente.

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