lunes, 5 de febrero de 2024

Uso exagerado de los signos de admiración.

Partiendo un tanto de la gramática - de la cual aprendo cada día más, tratando de evitar problemas de redacción, horrores ortográficos, al intentar jugar el rol de escribidor – recurro al significado de las llamadas oraciones exclamativas: «son aquellas cuyo propósito fundamental es el de expresar un estado del emisor, sea anímico, emocional o de otra índole. Este tipo de oraciones suelen ir escritos entre signos de admiración (obligatoriamente dos: uno que abre “¡” y otro que cierra “!”), y en la lengua hablada se les suele pronunciar con una entonación particular, enfática, intensa»

También tuve la curiosidad de buscar el empleo de los Signos de admiración y sus reglas, identificando lo siguiente: «Los signos de admiración suelen aparecer tanto en la redacción formal como también en los textos menos académicos y más personales. Esto se debe a que su funcionalidad es tan amplia que puede ser aprovechada en cualquier clase de escrito, siempre que respetemos sus reglas de uso»

Reglas tales como:

·         Reglas de los signos de exclamación

·         Siempre van los dos signos.

·         Van unidos a las palabras que contienen y a los demás signos.

·         Puede seguirlos cualquier signo, menos el punto.

·         Deben ir donde inicie la exclamación.

·         Deben contener los vocativos si no van al inicio.

·         Pueden crear oraciones dependientes o independientes.

Aunque no pretendo dar una clase de su aplicación, si hago énfasis en que los signos de admiración son dos signos de escritura que permiten indicar que un enunciado u oración es exclamativo, al decir “exclamativo” nos referimos a que se intenta reflejar, a nivel textual, emociones como la sorpresa, la molestia, la alegría, la exaltación, etc.

De ese modo, este tipo de enunciados no se destaca por el contenido en sí, sino por el tono con el que lo presenta; en otras palabras, una oración exclamativa lo es por la emoción que transmite y no por el mensaje.

Y justamente me detengo aquí, donde dice «… lo es por la emoción que transmite y no por el mensaje» y me dirijo a las redes para detenerme en los anuncios entre signos de admiración: ¡Horror, miles de muertos!; ¡Deslave mortal!; ¡Desaparecidos!, palabras que nos ligan a la llamada nota o crónica roja, que corresponde a un género de los medios escritos y audiovisuales, por su uso exclusivo en historias que involucran violencia física (Comúnmente ocasionada por robos, asesinatos, accidentes trágicos, encarcelamiento y ejecuciones). También suelen ser incluidos los desastres naturales.

Informaciones que apelan a los sentidos del receptor (vista y oído) de la información con grandes titulares de escándalo acompañados de fotografías, música o efectos de sonido impactantes, entre otros y que, de alguna manera u otra, más allá de generarnos el aprendizaje sobre lo que dicen y veo, nos inducen a vivir con el miedo, entiéndase: «angustia por un riesgo o daño real o imaginario».

¿Reacciones? Evitar salir de noche, solo a lugares seguros, hay quienes recurren a poseer un arma respuestas que constituye un mecanismo de supervivencia y de defensa.

Y peor aún en cuanto a cambios fisiológicos inmediatos: se incrementa el metabolismo celular y aumenta la presión arterial, la glucosa en sangre y la actividad cerebral, así como la coagulación sanguínea. Asimismo, el sistema inmunitario se detiene (al igual que toda función no esencial), la sangre fluye a los músculos mayores (especialmente a las extremidades inferiores, en preparación para la huida) y el corazón bombea sangre a gran velocidad para llevar hormonas a las células (especialmente adrenalina).

Hay quienes lo obvian, salen, se divierten, no toman medidas, y sencillamente consideran que, ¡Hoy no me tocó!; en mi caso trato de ser un tanto conservador y buscar un justo medio, pero no queda dudas que, con tanta información sensacionalista, amarillista – roja, afecta a uno más que a otros. ¿Le sucede los mismo?

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