Les soy honesto, como trato de hacerlo siempre, que en el caso de la filosofía – no recuerdo bien si la comencé a estudiar en la enseñanza media o diversificado, o sencillamente no la estudié -, pero ya estando en la universidad como docente-administrativo, dónde me correspondía observar clases a docentes de estudios generales y en particular de Filosofía, pude darme cuenta de su importancia, a través de las clases de un colega – amigo, cuyas clases me hacían transportarme a Siglos a. C. (387), en la cual me parecía estar sentado sobre una piedra (algo así como El pensador[1]), meditando y cubierto con mi himatión o palio, prenda habitual que me cubrían el hombro izquierdo.
Todo ello me conllevó
a escribir sobre esta disciplina «Conjunto de saberes que busca establecer,
de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el
conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano»,
elaborando un libro de texto para estudiantes del diversificado hace algunos
años atrás, que por supuesto tuve que estudiar mucho, pero mucho, introducirme
en varios personajes: Sócrates, Aristóteles, Tales de Mileto, Pitágoras,
Epicuro, Santo Tomás de Aquino, Friedrich Nietzsche, John Locke, Galileo
Galilei, Blaize Pascal y otros, primero para entenderlos, sus ideas, la
vigencia de sus planteamientos, en un sinnúmero de disciplinas, tanto en el
campo de las ciencias naturales, como las sociales.
Uno de los aspectos
estudiados por Platón, lo fue el llamado «amor platónico», que, siendo muy joven,
lo escuché, cuando entre los amigos de la infancia, preguntaban: «¿Y qué, la
ligaste?», mi respuesta: ¡Suspiraba!, a la vez les confesaba, que todavía no le
había dicho nada, solo algunas miradas entrecruzadas, una que otra sonrisita,
pero hasta ahí.
Que para tratar de
concretar analicemos que planteó concretamente Platón al respecto: «consideraba
que el amor es la motivación o impulso que nos lleva a intentar conocer y contemplar
la belleza en sí, además de ser un amor que busca trascender barreras, obviar
completamente elementos sexuales y ser un amor que orienta hacia esa esencia de
la belleza espiritual (la del carácter, la del alma) …».
Este al ser
comprendido como un amor ideal, puede estar estableciendo una conexión
con el mundo de las ideas (un mundo en donde todo era perfecto y el mundo real
es una copia de este) planteado también por este filósofo, al ser un amor perfecto existirá allí pero no en el mundo
real.
Por lo visto mi
respuesta a los suspiros, se centraba en « al ser un amor perfecto existirá
allí pero no en el mundo real», lo cual llegaba a la conclusión, que no habría
conclusión alguna entre las partes; si recuerdo para colmo que le escribí una
cartica anónima y la puse en su libro, yo la miraba desde asientos detrás, para
ver su respuesta, pensando que con su miraba recorriendo el aula, me descubrirá…,
sin embargo, ¡no fue así!
La profesora en ese
momento ajena a todo lo que sucedía, le pidió el libro donde se encontraba mi ¡declaración
de amor!, y dado el papelito doblado entre las páginas, lo tomó, y expresó «mira
este papelito, estaba dentro de libro» para regresárselo a mi empírica amada;
la respuesta de esta última fue, «profe, no se que dice ese papel, ni quien lo
puso ahí»
La profesora ni
corta, ni perezosa, lo abrió y le dio lectura para sí, su cara era una mezcla
de sonrojo y sonrisa, en mi caso, agache la cabeza, pensando en este momento: ¡Trágame
tierra!
No quedaba dudas que fue la mejor y posiblemente la primera puesta en práctica de conducir lo teórico a lo práctico, aprender haciendo.
Por lo visto hice
extensible las ideas de Platón, cuando descubrí que el amor, es «ese sentimiento
hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en
el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir,
comunicarnos y crear», a lo que la añado, «…real y maravilloso»
[1]
Es una de las esculturas más famosas de Auguste Rodin. El escultor concibió
esta pieza entre 1881 y 1882 para decorar el tímpano del conjunto escultórico
La puerta del Infierno, encargado en 1880 por el Ministerio de Instrucción
Pública y Bellas Artes de Francia.
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