lunes, 31 de marzo de 2025

Hacerse un rollito

Busco como siempre en mi amigo el diccionario – para tratar de dar una mayor objetividad al tema que abordaré, encontrándome diversas acepciones o usos (coloquiales) a la palabra rollo: 1. Objeto cuya materia toma forma cilíndrica; 2. Bollo o pan en forma de rosca; 3. Discurso largo, pesado y aburrido; 4. Mentira, historia inventada o falsa; 5. Relación amorosa, generalmente pasajera; 6. Pliegue de gordura; 7…,

Y pudiéramos citar muchas más, pero en esta ocasión, tomando algo así como la opción 1., donde hago referencia a la posición que pudiéramos tomar cuando hace un poco de frio, donde no nos cubren lo suficiente las piezas de ropa u otras para cubrirnos.

Solemos arquear un tanto nuestro cuerpo tratando de esconder nuestro cuello, (como si fuésemos tortugas), cruzamos los brazos; los manos se ubican bajos las axilas tratando lo mayor posible en evitar la baja temperatura y en el peor de los casos acompañado de vientos helados, haciéndonos prácticamente un rollo.

En los días helados, suelo correr un poco la puerta, con el propósito de que entre aire (frio) fresco, tratando de buscar un equilibrio de grados (Celsius o Fahrenheit) en el interior de la casa, acompañado de un té previo añadirle un sobrecito de azúcar sin calorías de modo tal que me caliente un tanto ‘el alma’ y creada las condiciones, visualizar alguna serie o película, muchas de las cuales posteriormente me dan elementos para ‘alimentar la musa’.

Por supuesto no estoy solo, a mi lado se ubica Nina que presta atención – estirando su cuello en señal de alerta - cuando ve en la televisión algún miembro de su familia (cánidos)[1] y de su especie (Canis lupus familiaris)[2] o algún sonido como es el ladrido o aullido o bien cuando suena un celular (¡Increíble, pero cierto!)

Nina es efectivamente una de mis mascotas (Cocker Spanish) de siete años, pero es muy pequeñita de tamaño, delgadita - apenas unos 10 kilogramos – y que no me pierde pie ni pisada, donde voy ahí va; pero volviendo al tema del frio, donde el ser humano es capaz de resistir una temperatura ambiente entre cero y menos 10 grados Celsius, por supuesto bien protegido, en el caso de las mascotas y en particular los canes[3] aguantan hasta 7 grados.

Temperaturas que nos obligan o comprometen a abrigarnos tratando de conservar el calor del cuerpo humano y el perruno, ¿cómo?, sencillamente enrollándonos, que en el caso de estando en cama o nos cubrimos con mantas y que, a pesar de ello, diría que casi, casi nos enrollamos – los humanos – tomando una posición fetal.

¿Y en el caso de los canes? Entre varias, ¡una de ellas es en forma de ovillo, bola o rollo (!BINGO!), donde se rodean a sí mismos con la cola, se acurrucan, para retener mejor el calor corporal.

Luego, ¿quién imita a quién? ¿El can al humano o viceversa? Si bien se recoge en la historia que el lobo gris (Canis lupus) fue la primera especie que dio lugar a una población doméstica y estuvo presente en la mayor parte del hemisferio norte durante la última Edad de Hielo, - cohabitado también por el hombre -, no queda dudas que ambas especies de forma independiente, buscaron su propia respuesta: hacerse un rollito.



[1] Los cánidos (Canidae) son una familia de mamíferos del orden Carnívora, de régimen carnívoro u omnívoro. Abarca a lobos (incluyendo perros), dingos, zorros, coyotes y chacales.

[2] Mamífero carnívoro/omnívoro depredador de la familia de los cánidos, es una subespecie del lobo (Canis lupus).

[3] Las razas más grandes y medianas pueden aguantar hasta los 4 grados de temperatura, que ya empieza a resultar peligrosa para la gran mayoría de perros.

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