lunes, 17 de marzo de 2025

Quijo/Sancho

¿Quijo diagonal Sancho? Me conduce a una primera propuesta de analizar la relación entre ambos personajes de la clásica y famosa Novela de Miguel de Cervantes, El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha: Don Quijote y Sancho Panza.

Su relación entre ambos, ¿complementaria?, ¿subordinados?, ¿dependientes?, interrogantes que nos lleva a analizar el rol de cada uno de ellos – por supuesto en la novela[1] - comenzando por el más bajito en cuanto a altura: Sancho.

Sancho se destaca por su realismo, simplicidad y sus instintos básicos humanos, que poco a poco va conociendo a su amo y adaptándose a su manera de ser, estudiándolo hasta llegar a manipularlo, influyendo en sus decisiones y acciones, siendo un analista de su comportamiento e inclusive quijotizarse, para poder predecir todas las posibles respuestas de su amo.

Por ejemplo, (en el capítulo XX de la primera parte de la obra) Sancho ata las patas de Rocinante para que don Quijote no pueda avanzar en la oscuridad, porque él (Sancho) teme y ve que su amo que está muy entusiasmado por la posible aventura, lo deje solo, tratándolo de inducir que no se marche: «…Señor, yo no sé por qué quiere vuestra merced acometer esta tan temerosa aventura; ahora es de noche, aquí no nos ve nadie; bien podemos torcer el camino y desviarnos del peligro, aunque no bebamos en tres días; y pues no hay quien nos vea, menos habrá quien nos note de cobardes…»

Don Quijote (cuyo nombre es Alonso Quijano) no cede, pero Sancho, siendo perseverante ata con el cabestro de su asno ambos pies de Rocinante, provocando su inmovilidad, pero avalando su conducta con una inventada historia ficticia «Ea, señor, que, por el cielo, conmovido de mis lágrimas y plegarias, ha ordenado que no se pueda mover Rocinante; y si vos queréis porfiar, y espolear, y dalle, será enojar a la Fortuna y dar coces, como dicen, contra el aguijón». Don Quijote – que cree en los encantadores -, obedece y espera hasta el amanecer.

Otra muestra del control de Sancho sobre Don Quijote, lo es (capítulo X de la segunda parte) cuando ambos están cerca del Toboso, el pueblo donde vive Dulcinea, y don Quijote le pide que le envíe a la bella joven – creación imaginaria del amo - un recado, para lo cual crea un nuevo relato para engañarlo, haciendo lo real en ficticio para darle el gusto a su amo.

¿Acaso la imaginación del luchador contra los molinos de viento, está realmente loco? Al parecer sí, considerándolos como gigantes con quien combatir «desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas»; locura que enriquece cuando argumenta que las mulas de los religiosos eran dromedarios, y las manadas de carneros ejércitos de enemigos.

Locura que Cervantes le aduce por su compulsiva lectura de libros de caballería, de noche y de día «…y así del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro de manera, que vino a perder el juicio», algo así como delirio de interpretación o paranoia, en que se ve a sí mismo como caballero andante.

Una novela que mientras se narra la historia, se entremezclan otras muchas con el propósito de distraer la atención de las intrigas principales, donde no faltan las divertidas y amenas conversaciones entre caballero y escudero, en las que se percibe cómo don Quijote va perdiendo sus ideales progresivamente, influido por Sancho Panza. Por el contrario, Sancho Panza va asimilando los ideales de su señor, que se transforman en una idea fija: llegar a ser gobernador de una ínsula. Por lo visto Sancho, no era tan escudero.



[1] El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha, es la obra más conocida de Miguel de Cervantes Saavedra. Publicada su primera parte con el título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha a comienzos de 1605, es una de las obras más destacadas de la literatura española y la literatura universal, y una de las más traducidas. En 1615 aparecería la segunda parte del Quijote de Cervantes con el título de El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha.

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