lunes, 30 de diciembre de 2024

Recordar es volver…

Aunque ya han pasado algunos años, siempre que regresaba, no podía faltar que unos de los lugares a visitar dentro de la casa, allí en una de las gavetas del closet, las múltiples fotos en blanco y negro donde se plasmaban años desde mi infancia, el nacimiento mis hermanos, abuelos, primos, amigos cercanos – los del barrio – verlos crecer y multiplicarse con los primeros nietos de la familia.

Dónde en las primeras ocasiones le pedí permiso a mi madre, para tomar algunas físicamente – no tenía ni cámara, y menos celular – hecho que ella asumió a regañadientes, el desprenderse de la historia recogida en dichas imágenes cuyas tonalidades cambiaban con el decursar del tiempo a grises y en algunos casos deterioradas en sus bordes.

En una y única ocasión – ya más de 10 años – pudimos reunirnos en casa de uno de mis hermanos varones, donde uno de las muestras de recibimiento a un costado de la escalera, era un mural donde en ellas se mostraban las fotos que procedían de la misma gaveta, del mismo closet, pero en esta ocasión el número era mucho mayor; por supuesto recibimos (mi hermana y yo) un tour de recuerdos, acompañados de nostalgia, pero que en esta ocasión se materializaba con vernos todos presencialmente.

La jornada fue fabulosa, inolvidable, pero que ya en esta ocasión las fotos tomadas eran en colores, - lo que daba un sentido de los avances tecnológicos y ligado a ello la profundidad del color por pixel[1] donde se incorporan los colores primarios (rojo, verde y azul) y sus múltiples combinaciones -, recogiendo a lo largo de casi ¿8 horas?, lo que hacíamos conversar, sentados donde había silla (éramos muchos) que por suerte aguantaban hasta dos y cuyo espacio reducido nos permitía abrazarnos, estar más cerca como señal de rescatar los momentos separados por el azar de las vidas dado los rumbos que en su momento decidió cada cual.

No podían faltar los platos típicos, esos que añorábamos de siempre sin importar el sobre cumplimiento de calorías proporcionados por carbohidratos, proteínas y lípidos; que decir de la música esa que, con los primeros sonidos de la clave, el bongó, la tumbadora, acompañado del eco con nuestras palmadas sin mucha resistencia transformábamos parte de la pequeña sala en un “amplio” salón de bailes.

Se tomaron fotos de todo – como constancia gráfica – fotos tradicionales: mamá e hijos; la familia en toda su extensión, aprovechándonos para apretarnos una vez más, sentados a la mesa… en fin, un día histórico; pero que en esta ocasión las imágenes no todas irían a parar a un álbum físico, sino a uno virtual.

Imágenes que una y otra vez son recordadas – de forma cíclica, con un período determinado (años) - por la magia de la programación de quienes diseñan las redes, y que te sorprenden, sencillamente porque muchas nos las recuerdas cuya impresión primera es una leve sonrisa y cuya mente prodigiosa te traslada a ese momento (y posiblemente siendo único ya que una vez observada “desaparece”, sino aprovechas para descargarla), después posiblemente una añoranza.

Algo parecido a cuando apreciabas las fotos dispersas ¿recuerdas? en la gaveta o bien un álbum cuyo fondo era negro y que solía sostenerlas bien por esquineros o por bolsitas transparente en modo protección, que no solíamos respetar, sencillamente la sacábamos.

Si bien el tiempo a veces nos parece que transcurren muy rápido, más cuando nos lo recuerdan o lo recordamos creo que la vida requiere de ese mismo instante, de dejar lo que la haya que dejar, haciéndolas a un lado y convivir con los que están y los que no están: en ambos casos, no faltarán las sonrisas, las lágrimas…  

«El pasado no desaparece, le gusta esconderse en la música, en las calles, en los sueños, y…en los recuerdos».



[1] En informática, se considera la unidad mínima que forma una imagen digital.

lunes, 23 de diciembre de 2024

Conversaciones perrunas.


Posiblemente el tiempo que no tuviste antes por diversas razones desde joven hasta adulto, para conocer el mundo que nos rodea: ocupaciones como estudiante, posteriormente como profesional, vinculado a la familia, la atención misma que requiere, así como a todos sus integrantes, lo nos conlleva a la atención de lo que denomino la macro: la generalidad, lo grande, lo amplio, en función del tiempo.

Si me traslado a lo micro: lo muy pequeño, nos conduce a centrar la atención lo que en un momento pudimos haber pasado por alto y no nos dimos cuenta anteriormente a pesar de ser parte de la familia: las mascotas y en particular Chanel y Nina, mis dos acompañantes (cocker), que me ayudan a apreciar el mundo de otra forma, cuando el tiempo que sigue siendo el mismo (no se detiene), lo centro en la conducta de ambas.

Una de 10 años y la otra de 7 años; no son del mismo padre, ni madre biológicos, por tanto, las elevo a la categoría de hijas adoptadas.

Si recurro a la tabla de la edad humanos versus perros (me da pesar llamarles perros), Chanel tendría 56 años y Nina 44, por lo visto dos mujeres hechas y derechas, adquiridas con la edad (ambas) de 45 días, que en los humanos equivaldría a unos 2 años aproximadamente, que en resumen compartimos décadas juntos.

Lo que en un inicio nos limitábamos a alimentarlas, bañarlas, enseñarles “…dame la patica”, “busca la pelota”, “siéntate”, esperar el grandioso recibimiento tras una jornada de trabajo, donde movían todo el “esqueleto”, saltaban, se levantaban en dos patas (me da pesar), para que las acariciara, me caían detrás, es decir toda una fiesta, que te hacia sentir halagado, muy halagado.

Hoy en día tengo más tiempo – y como buen observador, vinculado a mi labor docente e investigativo – me corresponde estudiarlas más: su forma especial de proceder o conducirse, entiéndase hábitos que una vez fueron educadas. Nota: lea nuevamente no adiestradas, sino educadas.

¿Por qué la “química” habrá aumentando entre nosotros tres? Sencillo, y para muestra varios botones: Disciplinadas, esperan pacientemente para desayunar juntos, ¡aunque a veces reclaman “! …papá ya es hora!"; ¿Me acompañan para leer el periódico?, mientras paso las páginas, ellas observan la naturaleza, interrumpido por ¿papá me puedes acariciar, sobándome la espalda?; ¿Qué tal si vemos un poco de televisión?, la cual observan por poco tiempo, que en pocas ocasiones siendo un tanto selectivas (diría), que si en la película o serie hay algún coterráneo perteneciente a la especie Canis lupus familiaris[1], y este (actor o actriz), ladra, ellas casi a la par, le responden con un aullar, donde casi balbucean señalándome que en la pantalla hay una intrusa o bien una posible amiga.

Cuando se aburren de lo tradicional, desean jugar, donde no pareciera ser que tienen el equivalente a 56 y 44 años, tienden a destender los cobertores del sofá, revolcándose con giros constantes hasta detenerse patas arribas en señal de estar relajados, descansando, sintiéndose bien y confiados.

Para colmo – créalo – cuando su mamá llama al timbrar el celular, se acercan en carrera al mismo y balbucean: ¡ … papá, mamá te llama para que la vayas a buscar al trabajo!; por lo visto, no me queda dudas que son chicas inteligentes y que me alegran el día.


¡Chanel, Nina, es hora de dormir, que mañana es navidad, ¿ya hicieron las necesidades?, ¿sí?, ¡Perfecto!, ¡Hasta mañana!; Corren a sus casitas, se enrollan e insofactamente reposan sus rostros sobre sus respectivas almohadas, tratando de contrarrestar la caída de sus pesados párpados, hasta que el sueño les vence.  



[1] Mamífero carnívoro/omnívoro depredador de la familia de los cánidos, es una subespecie del lobo (Canis lupus)

lunes, 16 de diciembre de 2024

¿Amigos viejos o viejos amigos?

Dándole vueltas a la cabeza a la par de la musa, ya una y otra rondaban en cómo abordar el problema – que realmente no es un problema, tener amigos y amigas – de la amistad, donde posiblemente siendo yo una persona colectivista, en grupos afines[1], ello me restringirá ¿cuántos?, pero tampoco con el propósito de ser populista, limitado por mi carácter: serio, poco afable, sonrisa difícil de generar, dientes (que a pesar de asistir periódicamente al dentista al mantenimiento adecuado) que pocos logran apreciar, ¿cuántos tengo y cuántos tuve?

Partiendo de la definición de amistad: «Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato», vinculado con palabra similares: compañerismo, camaradería, aprecio, cariño, afecto, apego simpatía, hermandad…, etc.; ello me conlleva a varias reafirmaciones: «…nace y se fortalece con el trato»

No queda dudas que los primeros amigos (as), surgen desde pequeños, siendo fiñes, patojos, chamaco, crio, carajito, cipotes, chamaquitos, pibe, chavo, cabro chico, chamo, etc., cuando salíamos a jugar; ya en la escuela dependía de los gustos esencialmente: practicar deportes, las novias empíricas que nunca logramos conquistar, la música, las trastadas, ir al cine, al teatro, a la playa, salir a una cafetería de moda, donde a duras penas lograba reunir dinero para tomarme un refrigerio o merienda.

Que en la medida que crecía y “viajaba” a través de los diferentes subsistemas de educación no es que se perdiera la amistad, pero si se restringía un poco en el sentido del estudio, vinculándome a equipos donde evacuar dudas, solucionar las tareas, sin menospreciar o abandonar a los amigos (as) que iban quedando atrás al dividirnos en las diferentes carreras: manteniendo fechas esencialmente de cumpleaños, fin de años, casamientos y otros.

Ya inmerso en la vida laboral, el giro resulta muy significativo y por supuesto dependiendo del entorno, donde los factores que generan la amistad podrían resultar los mismos que décadas atrás: gustos, intereses, a lo que le añado cómo “ingrediente” de la nueva relación un apoyo «puro y sincero…», sobre todo cuando tienes una cierta experiencia en el desempeño acorde a tus funciones y/o responsabilidades.

Amistad que se hace sincera cuando escuchas, propones o sugieres acciones para la mejora del trabajo, pero que, a la vez admites las recomendaciones de ellos(as) sin la búsqueda de un beneficio a cambio; amistad que se fortalece – de forma desinteresada - cuando te preocupas ante un problema personal, ¿cómo siguió la persona afectada de salud, de la familia?; ¿Qué tal tus hijos en la escuela? Y, ¿por qué no, felicitarlo por el día de su cumpleaños?; que, si deseas sumar voluntades con tu colectivo de trabajo mediante competencias socioemocionales como la empatía, la prosocialidad, llevar a cabo cumpleaños, la llegada de un nuevo bebé, el celebrarle la adquisición de un nuevo grado académico o bien el haber sido seleccionado (a) como la persona con mejor desempeño en un período determinado.

¿Cambian las cosas a partir de la llegada del internet y la amistad? Mi criterio, es no (aunque con un cierto grado de relatividad), ya que esta herramienta nos permite “cuasi acercar” o rescatar a los que estén lejos geográficamente – nacional e internacional -, y que por alguna razón – desapartando y respetando los motivos del “distanciamiento”, nos permiten ante la ausencia de un fuerte abrazo virtual, escucharlos, verlos, donde sueles ante un rostro cambiado por el tiempo acompañados de canas o no, acciones que se traducen a los mejores momentos compartidos a pesar de los años transcurridos.

Acciones que, en el fondo te generan una sonrisa, derroche de lágrimas, cuando preguntas por uno u otro del grupo del barrio, de estudios o de trabajo, indicándote el crecimiento del árbol genealógico: hijos, nietos, o bien los que ya no nos acompañan o sencillamente se perdió el contacto.

Finalmente, y creo que me he extendido un poco, pero un verdadero amigo(a), implica que cuando necesites un sencillo abrazo, un consejo, reír o llorar juntos estés ahí (mejor presencial) o virtual (ni modo, pero algo es algo)



[1] Así fui evaluado en la década de 80-85 lo cual debía superarlo. Aun no estoy claro si lo he logrado.

lunes, 9 de diciembre de 2024

¡Cómo cambian los tiempos Venancio!

El título del artículo no es mío para ser honesto, el mismo fue recordado en un momento que solicitaba ayuda a mi ‘musa’ – una vez más – y su respuesta resultó con algo melodioso, con un estribillo[1] de una canción muy antigua, cuya letra proviene de una representativa agrupación musical del son, llamado Los Compadres (segunda mitad del siglo XX, originaria de Santiago de Cuba, país Cuba)

Realmente, ¿por qué me acordé de dicho canto? Posiblemente por lo ‘pegajoso’ como característica del son - que fusiona elementos musicales africanos y españoles, sinónimo de ritmo y cadencia -, pero lo más asombroso de todo resultó su letra, asociada a los tiempos actuales, del cual les muestro parte de los mismos:

Los niños de hoy en día,

nacen y ya están hablando,

sí los pones en el suelo,

ya se salen caminando.

Allá en el tiempo de España compadre,

cuando era un muchacho tú,

el pueblo andaba en volanta,

ahora viaja en autobús.

 Por supuesto los tiempos cambian, más de 70 años transcurridos, siendo un factor esencial generador de cambios significativos, la tecnología y en particular el uso de recursos tecnológicos, tales como: celulares, computadoras u ordenadores, tabletas, etc.

Obteniendo beneficios: información – donde no necesariamente resulta confiable y creíble, pero ahí está – como es el caso de respaldo de actividades asincrónicas o no presenciales proporcionada por los docentes, en la investigación, adquisición de bibliografía, apoyo en materiales audiovisuales y en general aspectos de la cultura global: países, lugares, etc. 

No podemos dejar a un lado, la posibilidad de comunicarnos, unos con otros a pesar de la distancia, por muy distante que estemos: con los compañeros de estudio, pero también con amigos, familiares, donde quieran que estén. 

Aspectos que me hacen reflexionar – con el permiso de Los compadres – y no necesariamente ni un plagio ni una parodia, pero si con una ‘leve actualización’, modificándola asi:

 

Los niños de hoy en día,

nacen y ya están ‘navegando’,

sí los pones en el suelo,

ya se salen investigando.

Allá en el tiempo de España compadre,

cuando era un muchacho tú,

el pueblo andaba en volanta,

ahora viaja en internet.

 ¿Qué te parece?

¿Qué te parece Venancio, cómo cambian los tiempos?

¡Oye cómo cambian los tiempos, Venancio!

¡Cómo cambian los tiempos!

Como fondo musical – con el uso de audífonos inalámbricos con sonido espacial y cancelación de ruido - se escuchan una amplia gama de instrumentos, como son: Tumbadora, guitarra, maracas, güiro, bongó, tambores batá, claves, trompeta china, tres, timbales, flauta, órgano oriental, violín y cencerro, propios del son cubano.

¡Cómo cambian los tiempos!

¡Cómo cambian los tiempos, compadre!

¡Cómo cambian los tiempos!

Nota: Por cierto, como hemos hablado del Son, aprovecho – para concluir – la siguiente frase «El son es lo más sublime para el alma divertir...»[2], que, al actualizarlo, diría: «El internet es lo más excelente como herramienta de apoyo, para los conocimientos fortalecer…»


[1] Estribillo se denomina a la parte que resalta de una canción, poema, etc. que se manifiesta como una forma de repetición, base del ritmo y ligazón que da unidad al poema o canción.

[2] Su autor Ignacio Piñeiro Martínez (La Habana, 21 de mayo de 1888-La Habana, 12 de marzo de 1969) fue un músico cubano, fundador de la orquesta Septeto Nacional. Está considerado uno de los más importantes exponentes del son cubano y sus variantes.

lunes, 2 de diciembre de 2024

¿Morir con las botas puestas?

La afirmación del título del presente artículo, lo escuché por primera vez en boca de un excepcional docente[1], investigador, pedagogo, cuya edad rondaba los 80 años y que posteriormente tuve la felicidad de tenerlo como compañero de trabajo.

Por su edad, la universidad, lo situó posteriormente solo para impartir capacitaciones a los docentes, así como darnos a conocer el amplio espectro de publicaciones científicas, los cuales constituían aportes de gran significado, nacional e internacionalmente; prestigio avalado, representando a nuestro país, como jefe de delegación en el campo de la Química, de las olimpiadas estudiantiles, encabezando la delegación en el campo de la Química (mi especialidad) y que por supuesto, se solía alcanzar medallas (oro, plata y bronce)

De él, recuerdo dos anécdotas: Recién llegado de una olimpiada, dónde los estudiantes habían arrasado con los tres primeros lugares, en diferentes grados [bachillerato y básico (9no grado)], al reunirnos para presentarnos los resultados, se quitó la camisa que llevaba, lo cual asombró a todo el claustro, y debajo llevaba un pullover o playera, donde se mostraba a la altura del pecho una tabla periódica. ¡Impresionante!

La segunda anécdota correspondió a una visita de inspección a la Facultad por parte del Ministerio (secretaría) correspondiente a los efectos de evaluarla, donde un factor esencial constituía la calidad de las clases, de aquí que fui acompañado por parte de profesionales de alta gama y con la particularidad que los dos que me visitaron, ambos[2] habían sido mis profesores y por otra parte, ambos eran autores de libros de textos – a nivel universitario – de aquí la posibilidad de ¿ligeros roces entre ambos?

La problemática no era la visita en sí, para lo cual me había preparado lo suficiente teniendo en cuenta el criterio de ambos autores (Nota: este hecho fue casual ya que no sabíamos la identidad de quienes nos visitaban) en lo referente a la información científica, sino en que el resultado de la evaluación, de quedar aplazado, afectaba a toda la facultad. La nota oscilaba entre 5 y 3; en el caso de 3 la clase se inclinaba a un REGULAR, y en el caso de 2, sencillamente APLAZADO.

De sacar esta última nota, era algo así como pasar a la inquisición; por suerte fui calificado de 4, y por supuesto con la satisfacción del deber cumplido; realmente fue un día que lo recordaré siempre.

Pero más allá de las anécdotas antes referidas, ¿es usted un docente que moriría con las botas puestas[3]?, ¿impartiría clases siempre que la salud se lo permita, sin importar la edad?

En ocasiones, los docentes que amamos la profesión, respondemos afirmativamente, a pesar de estar en la edad de la jubilación e inclusive ya jubilados; la problemática que podría surgir – de continuar impartiendo clases - dependerá de la visión que tenga la institución de darle la oportunidad de continuar o no, aprovechando la experiencia acumulada y ser reubicado, por ejemplo: en la impartición de clases magistrales a docentes y estudiantes.

Conozco colegas muy profesionales, que hoy en día se encuentran en sus casas, ávidos de estar al frente en un aula de clase, pero… bajo el (falso) criterio de darle espacio a los jóvenes educadores (que se lo merecen, no lo niego), asumen un “exilio forzado”, cuando realmente debiera existir un balance entre “sangre joven” y “sangre con experiencia” como parte del claustro docente; por lo visto el planeta Tierra, necesita para bien, reacomodarse.


[1] Dr. Ernesto Ledón Ramos (1909-1989) cubano. Docente titular del Instituto pedagógico Enrique José Varona (ISPEJV)

[2] Dr. José Blanco Prieto. Docente de la escuela de Química de la Universidad de la Habana. Cuba. Ambos docentes tuvieron otro valor común, dar clases, compartir conocimientos científicos, educar, hasta los últimos días de su vida, ambos “murieron con las botas puestas”.

[3] La expresión "Morir con las botas puestas" alude a asumir una situación de alto riesgo o terminal con mucha determinación y valentía. Las botas estuvieron siempre ligadas a los militares y a los caballeros, formando parte fundamental de su indumentaria. Perder las botas era un símbolo de vejación o de derrota; por el contrario, enfrentar una crisis o un trance bravo con decisión y coraje, equivalía a hacerlo con las botas bien puestas.

lunes, 25 de noviembre de 2024

La felicidad, …, ¿se quita?

Escuchar o leer la palabra FELICIDAD, difícilmente o poco probable que no nos pueda trasladar - cuasi máquina del tiempo – a determinados momentos en la vida que nos resultaron gratos y que inclusive una lágrima no planificada surja a partir de los sacos lagrimales y bien recorra la mejilla o se dirija a la cavidad nasal, complementado con una sonrisa, con la correspondiente contracción y elevación (una vez más) de la mejilla, sin importar que produzca arrugas alrededor de los ojos.

Que si me remito a la búsqueda – su significado - de la palabra felicidad[1], encontramos: «Es un estado de ánimo positivo, vinculado con las experiencias personales de cada individuo y que puede manifestarse de muchas maneras distintas, de acuerdo a la personalidad y al carácter».

También puede entenderse como «un estado de bienestar general, vinculado a la sensación de plenitud y a la calidad de vida».

La felicidad no se busca – al menos conscientemente – pero, se logra cuando responsablemente asumimos una tarea, que, si bien nos permite ‘paralelamente’ desarrollar un conjunto de habilidades, que están alineadas con nuestros propósitos personales (deseos y aspiraciones) y que a mediano plazo se alcanza, por ejemplo: 5 años de estudio y cuyo resultado se hace tangible con la certificación de «Mejor estudiante de…», cuyo resultado se ‘desborda’, se hace extensible a los padres, a la familia, a los amigos.

Felicidad que se ‘recoge’, como el resultado de apreciar un sencillo, pero no menos valioso, agradecimiento de un exalumno presencial o vía chat o correo, sobre todo para aquellos que ejercemos la tan digna profesión de docente.

La vida no es una ‘línea’ sin escollo, sin dificultades, sin ‘piedras en el camino’, la ¿solución?, saberlas afrontar, aunque a veces no tengamos todos los ‘escudos’ suficientes, para lo cual será necesario saber coexistir con los problemas y dificultades y que a lo largo la vida no excluye que podamos ser felices, ¿un año perdido por no haber estudiado lo suficiente?, que, superarlo dependerá de la auto percepción, de las creencias y valores y de la madurez que nos permita reflexionar, ¿dónde y en qué me equivoqué?

No podemos restarle valor a la felicidad, recogida en la historia por destacados filósofos, y para muestra varios ‘botones’:

o   «La felicidad se alcanza por medio de la autorrealización y el desarrollo de los propósitos personales»[2]. Aristóteles (384-322 a. C.) 

o   «La felicidad ha de ser un deber humano, que solo depende de uno mismo». Inmanuel Kant (1724-1804).

o   «La felicidad se produce cuando coinciden los deseos o ‘vida proyectada’ con lo que sucede en la realidad o ‘vida efectiva’. José Ortega y Gasset (1883 – 1955)


No queda dudas, ante la interrogante del título del artículo (… ¿se quita?), que la respuesta es NO, momentos muy gratos que pueden rondar en nuestro cerebro, que los retomamos – acelerando con ello la producción de endorfinas[3] -, que los recordamos, sencillamente porque: «Recordar, es volver a vivir».


[1] La palabra felicidad proviene del latín de la palabra felicitas, que deriva de la palabra felix y significa “fértil” o “fecundo”.

[2] Conocido como Eudaimonia. Término griego que se traduce como "felicidad", "bienestar" o "vida buena"

[3] Hormonas que se producen en el cuerpo y que se asocian con la sensación de felicidad y bienestar.

lunes, 18 de noviembre de 2024

La vida, ¡realmente es un número!

Estando con 14 años en primer año de bachillerato – por lo visto un bisoño – tenía un compañero de beca, del cual tengo su apellido en “la punta de la lengua” que solía contar todo lo que veía a su alrededor: número de persianas en la ventana, bujías en el techo… que por mi edad no era muy elocuente en ese entonces de pensar si realmente él era una persona, ¿cuerda?

Si bien desde joven en mis estudios nunca tuve problemas con las ciencias de los números: las matemáticas, tampoco era que me destacaba, pero si ya en ese entonces me inclinaba a las ciencias naturales y el empleo de la disciplina anterior en esta última.

Especializarme específicamente en la Química – alcanzando la licenciatura e incorporando elevado número de post grados -, ligado a la medición de líquidos con el uso de Erlenmeyer, vaso de precipitados, pipetas, por otra parte, el ajuste o balanceo de ecuaciones por diversos métodos…

Posteriormente vincularme a la impartición de otras disciplinas como Física, Biología, Ciencias Naturales (propiamente dicha), ellas en su impartición me demostraban una vez más la importancia de los números, en fórmulas, leyes, pero sobre todo en la aplicación en la vidia diaria, por ejemplo: al conducir (leyes de newton, al frenar o acelerar; ángulos necesarios para doblar o parquear, que decir del llamado ángulo de Peralte[1], para evitar no salirme de una curva, etc.), lo cual solíamos hacer llegar a los estudiantes de la importancia al ser aplicado.

Que, si hablamos de lo cotidiano, de lo que vivimos cada día, lo podemos asociar a un número de actividades indeterminadas: tres tazas de café al día; número de tabletas para controlar la presión (dosis); día de la semana en que me corresponde lavar, teniendo en cuenta la cantidad de jabón líquido que deberé añadir; la planificación y selección de los artículos a publicar en los diferentes medios periodísticos (que incluye el número de palabras – que me condicionan - a la hora de escribir un artículo o bien cuartillas); lo que he de compartir en las redes y que resulte de utilidad a los docentes.

Cinco párrafos escritos y aún no me acuerdo del apellido del colega que contaba persianas y bujías…sigo, no me detengo: ¡Ya me acordaré!; Número de segundos que deberé de darle al agua en la taza, para tomarme un delicioso café expreso; número de piezas permitida que debo añadir a la lavadora para evitar dañar la máquina; número de hojas leídas del libro de turno, marcado por un separador; fechas que me indican el cumpleaños de un amigo(a), al cual debo felicitar.

Tiempo que me queda para sumarme a zoom o meet, para comenzar mi Webinar, previo chequeo de conexiones, materiales de apoyo listos; control de los estudiantes, trabajos entregados, horarios para atenderlos bajo la modalidad asincrónica.

Lectura de correos de cada día, ante la incertidumbre de una nueva propuesta de trabajo; responder otros, compartiendo su curriculum vitae ante la necesidad de trabajo, donde realmente me da pesar ver cuántos profesionales jóvenes sin empleo, así como adultos que para muchos “seleccionadores”, ya cumplieron con su tiempo de vida, como si fuesen material descartable, lo cual contradice aulas súper pobladas, docentes impartiendo asignaturas tan disímiles, donde no necesariamente fueron formados, con el propósito de llenar una plantilla docente, dónde el resultado por mucho esfuerzo que se haga es poner en duda la calidad de la educación que imparten, no siendo responsabilidad de ellos.

Ya se me acaba el tiempo, el número de palabras, números, números…y, pido disculpas, pero realmente no me acuerdo del apellido del contador de bujías, sé que comenzaba con P, pero...



[1] Se denomina Peralte a la pendiente transversal que se da en las curvas a la plataforma de una vía férrea o a la calzada de una carretera, con el fin de compensar con un componente de su propio peso, la inercia (o fuerza centrífuga, aunque esta denominación no es acertada) del vehículo, y lograr que la resultante total de las fuerzas se mantenga paralela al plano horizontal, actuando de fuerza centrípeta dirigida en todo momento hacia el centro de la curva.

lunes, 11 de noviembre de 2024

¿Es bueno abrazar o ser abrazado?

Usualmente cuando abrazamos a alguien (al menos yo) lo hacemos como una forma de recibir (o despedir) a alguien que por un tiempo prudencial - aunque puede ser corto, como es el caso de un viaje fuera del país, y sino lo invito que vaya al aeropuerto – dejamos de ver físicamente. 

Esta persona puede ser un compañero de trabajo, un familiar, un amigo o amiga. ¿Qué siente una persona cuando es abrazada? 

Primeramente, un estímulo de índole emocional, donde se evidencia afecto, cariño, señal de gratitud, de reconocimiento ante una labor encomiable. Cuando abrazamos la piel (es nuestro órgano más extenso, donde completamente extendida puede llegar a ocupar un área de hasta 18 m2 y puede llegar a pesar entre tres y cinco kilos) es la primera responsable de que sintamos una caricia o de que notemos el calor producido por el fuego o el frío de la nieve. 

Investigaciones científicas plantean que el contacto físico o la estimulación física es absolutamente necesaria para nuestro bienestar emocional. El tacto terapéutico, reconocido cono una herramienta esencial para la curación, ahora es parte del entrenamiento de enfermeras en grandes centros médicos. 

El tacto es usado para reducir el dolor, la depresión y ansiedad, como también para aumentar el deseo de vivir del paciente, y para los bebes prematuros que carecen del contacto físico mientras están en la incubadora y así ayudarles a crecer y prosperar.

 Otros experimentos científicos reflejan que el contacto físico (a través del abrazo) influye en: deshacer la soledad, derrotar el miedo, ayuda a la auto estima, alienta el altruismo (¡no puedo creerlo, pero quiero abrazar a esa persona!), retrasa el envejecimiento (aquellos que abrazan se mantienen jóvenes más tiempo), ayuda a reducir el apetito (supongo que, en esta última aseveración, la opinión dada es por una gordita o gordito que no pudo ser abrazado totalmente) 

Otras acciones del abrazo es que ayudan con el problema del insomnio, provee ejercicios de estirarse si usted es bajo de estatura, provee ejercicios de inclinarse si usted es alto, preserva en condición a los músculos de los brazos y los hombros,  afirma la existencia física, es portátil, imparte la sensación de que pertenecemos, no exige lugar en particular (el lugar adecuado para dar un abrazo es cualquier lugar como al pie de la puerta, un cuarto de conferencia ejecutivo ... una iglesia o un campo de fútbol) y  es democrático (ya que todos somos elegibles para un abrazo) 

Existe una anécdota la cual hace referencia a la primera semana de vida de un par de gemelos, que estando en el hospital y cada uno en sus respectivas incubadoras, a uno no se le esperaba que sobreviviera.  

Una enfermera del hospital, en contra de las reglas del hospital, puso a los bebes en la misma incubadora.  Cuando los pusieron juntos, el más sano de los dos, puso su brazo sobre su hermana, "abrazándola".  El ritmo del corazón del bebe mas pequeño se estabilizó y su temperatura se normalizó. Ambos bebes sobrevivieron.  Luego ¡A abrazar se ha dicho!

lunes, 4 de noviembre de 2024

+ Calendario, + ¿peleón (a)?

Escuchar la palabra calendario, para los que somos docentes por “inercia” solemos asociarla a planeamiento, calendarización de múltiples cosas – ¿qué no hacemos los maestros? – por ejemplo, clases, evaluaciones, solicitar las actividades no presenciales (o sencillamente tareas, entre otras), etc.

Palabra – me refiero a calendario – cuyo origen etimológico, palabra derivada del latín, concretamente de “calendarium”, que era el vocablo que los romanos utilizaban para referirse a los libros de contabilidad; término cuyo origen de “calendas”, que era el primer día del mes para los romanos según la luna nueva.

Pero de pasar a una definición, de la cual solemos asociar o conocer con mayor frecuencia, calendario es «Un sistema que permite medir y graficar el paso del tiempo»; recurso que apela a la división temporal en unidades como años, meses, semanas y días, dónde lo común resulta un tipo de esquema y láminas que permiten su representación gráfica.

No obstante, a pesar de todo lo anterior, calendario también lo asociamos con la palabra almanaque, que para algunos genera nostalgia, porque sencillamente “las hojas van cayendo sobre uno” y en otros “una vida vivida”, y que tal vez promueve al rol de poder transmitir sus experiencias, diría en “modo consejero”.

¡Preguntémoslo al abuelo!, ¡al profesor, que es toda una cátedra!, que no por gusto los años caen en vano, pero como siempre “encontramos un pelo en la sopa”, donde hay quienes equivocadamente señalan que con el pasar de los años y «con el deshoje del árbol» las personas adultas se vuelven más peleones – entiéndase que suscita muchas discusiones -, y por otra parte intransigibles[1] - es decir no quien evitar o poner fin a un conflicto, cierto o eventual, mediante algún tipo de concesión. En resumen: ¡No entienden!

¿Y en el caso de la pareja, donde la relación ha sido más estrecha y a pesar de ello, las contradicciones se hacen más frecuentes?, cuando pareciera ser que se conocen hasta el último poro. En lo personal considero que un factor clave, resulta la rutina.

¿Siempre lo mismo?, ¿nada diferente?, esto en lo cotidiano, y ¿en lo externo? Por ejemplo, ambos tenían su trabajo, y que, al calor de determinados vaivenes, de pronto uno pasó al desempleo o bien se jubiló (donde este último sufre un “vacío de actividades”), a lo que se suman problemas financieros, los cuales pueden e inciden en lo cotidiano.

En las redes sociales, suelen reflejarse los llamados memes - como un modismo, broma, chiste o contenido memorable compuestos por una imagen simple acompañada por un texto o subtítulo inteligente y contundente, donde uno de los dos de la pareja, - Nota: No digo quien para evitar subterfugios -, lleva la batuta sobre el otro: ¿quién? Respuesta: silencio total.

No queda dudas, que la solución, aunque no la tengo todas en la mano, es conversar con efectividad, donde se expresen pensamientos, emociones y sentimientos; saber entender la dinámica de ambos en cuanto al trabajo o en cuanto a otros quehaceres, de modo tal que la colaboración fluya en ambos sentidos.

¿Y como medida anti-rutina? Mmmm…; acorde a los tiempos modernos, envíele mensajes de textos; Cuando sienta ganas de criticarle, cuenta hasta ¿cien? y reflexione… a ver si vale la pena; No realice objeciones a todo lo que dice o hace el otro; regalarle flores o, mejor, ¡una caja de bombones… ¿que no le gusta el chocolate?; ver las estrellas, sin embargo, el día seleccionado: ¡Llueve!

¿Ir al cine?, ¡No le gusta ese tipo de películas!; ¿A cenar?, ¡El servicio demorado y la comida estaba fría!; ¿Viajar? ¡Los pasajes están muy caros!; ¡Acostémonos temprano!, no, ¡vienen los nietos…!

Pareciera que, para concluir nos queda por decir: ¡Trágame tierra!, pero no, ¡paciencia…! ¡Amor ya voy a sacar a las mascotas…!



[1] Condición de quien no quiere evitar o poner fin a un conflicto, cierto o eventual, mediante algún tipo de concesión

lunes, 28 de octubre de 2024

Una imagen…vale…

Una imagen es una representación visual, que manifiesta la apariencia visual de un objeto real o imaginario. Aunque el término suele entenderse como sinónimo de representación visual, también se aplica como extensión para otros tipos de percepción, como imágenes auditivas, olfativas, táctiles, sinestesias, etc.

Vista la definición, selecciono lo siguiente: «… la apariencia visual de un objeto real o imaginario»; me detengo y hablemos de lo real o virtual, ¿diferencia entre una y otra?, regresemos al diccionario:

o   Real: En términos físicos, la realidad es la totalidad de un sistema, conocido y desconocido; desde el punto de vista ontológico[1], que incluyen varias ramas de la filosofía, incluyen varias preguntas sobre si solo los objetos físicos son reales (es decir, el fisicalismo) Nota del autor: A veces los filósofos se dan una enredada, por supuesto con perdón de los filósofos.

o   Virtual: Que tiene virtud para producir un efecto, aunque no lo produce de presente, frecuentemente en oposición a efectivo o real.

¿Imagen?, ¿real?, ¿virtual?, se preguntará usted, ¿y a dónde quiero llegar? ¡Voy!: Las fotos de las personas que acompañan las diferentes plataformas de comunicación, solemos compartirlas, hay quien pone rostros reales o virtuales, estas últimas con ciertos arreglos a partir de aplicaciones (app) que restan ¿años?, pudiera ser.

Por supuesto respeto a quien lo hace es una decisión muy personal y que a la corta le hace sentir bien, y punto; es igual cuando se sustituye por un fondo vinculado a su desempeño u otros gustos, reitero para gusto, sencillamente colores.

Mi preocupación surge en el caso de la imagen que al ser virtual (la cual se aleja un poquito de la real, tal vez) y se esté solicitando trabajo. En lo personal he tenido varias experiencias, en una ocasión envíe por supuesto – anexado al CV – la foto que mejor quedé: saco, corbata, de perfil…, cuando la misma era de varios años, variossss. Craso error #1, ¿por qué? Sencillamente no era yo, ya con barba, aproximadamente 5 años de diferencia con la imagen real - actual; en otra ocasión para un medio periodístico, busqué alejarme de la corbata y buscar para el saco un color que contrastase con el pullover o playera: por ejemplo, saco blanco, y la otra pieza negra y siempre de perfil y no me fue mal.

La interrogante, que surge es ¿y acaso la foto real o virtual importa? Aquí podré recibir 50 % y 50 % de opiniones para ser conservador, ¿pero te darán el trabajo que tanto ansías y necesitas, por la imagen?

La persona que contrata, ¿se detiene o tamiza instantáneamente por una foto?, da que desear tanto de la empresa o institución, ¿acaso no es más importante el contenido del Curriculum Vitae (CV), como base para preparar la entrevista presencial o virtual?

La diversidad de hechos que suceden hoy en día donde prima «ser joven y con experiencia», que en ocasiones resulta hasta contradictorio, ¿acaso no se necesitan años de trabajo, para ganar experiencia? En un estudio realizado por un familiar – para alcanzar su maestría - referente a qué edad aproximada los profesionales, generaban laboralmente un desempeño favorable y su investigación arrojó de unos 43 años.

Si sacamos una cuenta sencilla: graduado a los 22 o 23 años – 43 = 20 años de experiencia; ya 20 años, es significativo lo cual no implica estancarse, más al ritmo de los avances tecnológicos y científicos.

La intención no es restarles espacio a los jóvenes, ¡no!, recuerden que comencé por la foto real, que a la larga no contradice (más allá que pueda ser una carta de presentación), lo que va a visualizar el día de la entrevista (si es un buen) (el o la) contratador(a), y muy profesional, es tu experiencia, eso si prepararse bien, sin titubeos… «… en ese caso ante esa situación, yo…»



[1] Ontológico: se refiere a la rama de la filosofía que estudia lo que hay, así como las relaciones entre los entes o la relación entre un acto y sus participantes