Mis ojos – al verme en el ‘espejo’ de mi celular (gracias a una app) – estaban rojos, la visión era borrosa, se evidenciaba una sequedad ocular, así como dificultad para enfocar, donde tal vez la culpa misma es de la exposición prolongada a la pantalla de mi computadora, al teléfono, y la luz azul emitida y al esfuerzo de enfoque constante.
Necesitaba dormir, (aunque
honestamente soy una persona que duerme poco de 4 – 6 horas en el día), pero ya
sentía el cansancio del día, para lo cual recurría a mi medicamento mágico, que
al parecer la glándula pineal situada en el cerebro no liberaba lo suficiente, y
me indicaba que era hora de dormir y para ello nada más y nada menos que el suplemento:
la melatonina, la hormona que regula los ciclos de sueño-vigilia.
Muchas las veces que,
mirando al techo, trataba de contar ovejas, ¿ovejas?, si ese mamífero cuadrúpedo
ungulado doméstico,
utilizado como ganado, que son artiodáctilos, o animales con pezuñas. Es
cierto son bonitas, lanuditas, blanquitas, pero ¿por qué con ovejas? Diversas religiones
las asocian con la pureza, la inocencia, la docilidad y la obediencia. También
puede simbolizar la fe, la unidad, la guía espiritual, bendiciones, abundancia,
prosperidad, liderazgo, responsabilidad, cuidar de la familia y la comunidad. Nota:
por lo visto tienen tantas bondades, que al enumerarlas ya debo levantarme.
¿Y de dónde saqué lo
de contar ovejas, se preguntará? Recurro a un cuento oriental, edad media siglo
XII, por cierto, recomendado por los terapeutas de la época, llamado ‘El
contador de ovejas’, del cual le muestro algunos extractos…; un rey que tenía
problemas para dormir (mmmmm…), «Un campesino que vivía en lo alto de una
montaña, bajó la colina para comprar ovejas. Llegó a un pueblo vecino y con
todo lo que tenía ahorrado, consiguió comprar nada más y nada menos que dos mil
ovejas.
Feliz, con su gran
rebaño, se dirigió a su casa, pero por el camino se dio cuenta de que se había
producido una inundación. ¿Cómo iba a cruzar con sus ovejas sin que se ahogara
ninguna? El campesino vio una pequeña barca. Tan pequeña, que solo cabía él y
una oveja. Así que se armó de paciencia y comenzó a cruzarlas una a una. Y para
comprobar que estaban todas, decidió contarlas. Así que según cruzaba iba
diciendo para sí: – Uuuuuuna. Dooooooos. Treeeeees. Cuaaaaatro. Ciiiiiinco.
Seeeeeeis. Sieeeeeete. Ooooocho. Nueeeeeeeve. Dieeeeeeeez. ¡Y quien se quedó
dormido fue el fabulista!
Pero el rey, le
reclamó. ¡Sigue con tu historia!; el narrador le contestó: – Seguiré en cuanto
termine su majestad de contar todas las ovejas. No debemos perder la cuenta.
Sigamos por once… Y cuando termine, muy gustoso seguiré con la historia… y el
rey se durmió.
Al parecer, la fabula es válida, debido a la actividad que como tal puede ser monótona, aumentar la fatiga y la somnolencia; se plantea que las ovejas pueden desencadenar asociaciones y emociones positivas, que promueven la relajación, anulando los pensamientos negativos, pero también puede generar lo contrario, ya que el contar requiere concentración, resultando más estresante que relajante.
Entonces, ¿brincan o
no brincan?, ¿cuento o no cuento?, ¿una alternativa? Viajar de ensueño, digamos
un viaje onírico - experiencia, ya sea real o imaginaria, que se asemeje a un
sueño, donde la realidad se entrelaza con elementos fantásticos o surrealistas -,
por ejemplo, un viaje físico o a una exploración interna, como un proceso de
introspección o autoconocimiento.
Imaginarte un lugar bello y tranquilo donde podrás dirigir tus pensamientos positivamente y alejarte de las preocupaciones, el estrés y los problemas cotidianos, reduciendo significativamente la presión para contar correctamente y podrás sumergirte por completo en tu visión relajante.
¿El mamífero cuadrúpedo ungulado doméstico brincando la
cerca o un manantial cuya agua corre entre los verdes campos…?, ¿Pruebas?