Amistades que han tenido la posibilidad de viajar y en particular a Italia, me han hecho cuentos, relatos, de su experiencia de dos escaleras que por su peculiaridad les resultó atractivo, interesante, digno de contar, siendo dos, una la escalera de doble hélice que se encuentra al final del recorrido de los Museos Vaticanos, diseñada por Giuseppe Momo en 1932, que se inspira en la obra de Bramante[1].
Aunque algo que llama
la atención en esta ‘escalera’, es que no dispone de escalones, siendo configurada
a modo de rampa – suelo realizado en patrón de espina de pez y sin gradas – y si
cuenta con una pequeña barandilla de metal.
La otra escalera es
la que se encuentra en el interior de la Torre de Pisa[2],
la cual posee 3,97 grados de inclinación hacia el sur, lo que también afecta a
los usuarios al subir o bajar los 251 escalones para llegar a la cámara del campanario
desde la base de la Torre, inclinación que puede provocar desequilibrio e
inclusive mareos.
Que de realizar una
analogía escalera - vida, que en el campo de la biología[3] esta
última se define como «La capacidad de nacer, respirar, desarrollarse,
procrear, evolucionar y morir», y sus respectivas etapas del desarrollo humano:
primera infancia, niñez, adolescencia, adultez, ancianidad, con sus respectivos
rangos de edades entre unas y otras, ‘trasladarse’ por las mismas dependerá sencillamente
del calendario.
Pero, ¿y en el caso
de los logros que podamos alcanzar en nuestras vidas teniendo en cuenta si sus ‘escalones’
están en forma de rampa, inclinadas, tengan o no pasamanos o barandillas?
No queda dudas que ‘subirla’,
‘rodar por ella hacia abajo’ o sostenerse firme para no caer y seguir ascendiendo
más o menos rápido, - sobre todo en la etapa de adolescentes (entre 12 y 21
años), que siendo estudiantes y que usualmente debieran estar o haber cursado
los niveles de enseñanza media, diversificado y universitario – dependerá de
muchos factores, tales como: la madurez, la responsabilidad, la disciplina, el
apoyo de los padres, de sus maestros.
La vida y cada cual
podrá razonar o reflexionar de como lo vivido le resultó lo mejor posible –
hecho cuyo análisis se traslada con mayor énfasis al rango entre los 60 años o
más (ancianidad), lo que no resta que los adultos (desde los 21 a los 60 años),
lo puedan realizar – producto de la experiencia vivida.
Pensarán mis colegas
docentes que parte de la juventud de hoy en día con dificultad, saben ni se
preocupan por ‘ascender’, NO es cierto, ¿acaso nosotros mismos, no hemos
resbalado? En lo personal sí, ¿motivos? No estudiar, no hacer caso a los pocos consejos
que tuve, desaprovechar las oportunidades, no tener una vocación de que estudiar…,
hechos que son reales, pero que también no deben ser utilizados como meras
justificaciones, para caer de un nivel a otro.
Está claro que la ‘velocidad’ de ascenso deberá siempre realizarse con paso firme, inclusive que de ser necesario habrá que sostenerse ‘duro’ dada la inclinación de la misma, entiéndase escollos como el no tener la ayuda suficiente de los padres, no disponer de recursos económicos suficientes y otros.
Los docentes deberán ser
las ‘luces que iluminan cada escalón’, y porque no, los ‘pasamanos’, logrando
que la escalera - vida sea menos estrecha, torcida posible y esos jóvenes, nuestros
chicos, logren ‘tomar el cielo por asalto’[4].
[1] Donato di
Pascuccio d'Antonio o Donato di Angelo di Antonio), conocido como Bramante,
fue un pintor y arquitecto italiano, que introdujo el estilo del primer
Renacimiento en Milán y el «Alto Renacimiento» en Roma, donde su obra más
famosa fue el planeamiento de la Basílica de San Pedro.
[2] La torre
de Pisa o torre inclinada de Pisa (en italiano: torre pendente di Pisa) es la
torre campanario de la catedral de Pisa, situada en la plaza del Duomo de Pisa,
en la ciudad del mismo nombre, municipio de la región italiana de la Toscana y
capital de la provincia homónima de Italia.
[3]
Ciencia que estudia a los seres vivos.
[4]
Metáfora homérica, que alude a los titanes que tuvieron la osadía de irrumpir
en el Olimpo reservado a los dioses.
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